lunes, 31 de agosto de 2009

USA. Día 4: Philadelphia


13 de junio de 2009, sábado.


El sábado comenzó nuestro recorrido en coche por el Noreste de los Estados Unidos. Durante los 5 días que pasamos fuera de Nueva York visitamos Philadelphia, Washington y varias poblaciones del sur de Pennsylvania.


Hacia las 9 am recogimos en la oficina de Alamo de la Calle 40 Oeste un pontiac G6 GT, que habíamos alquilado desde Madrid llamando al teléfono de ealquilerdecoches.es.

Lo primero que llama la atención cuando buscas un coche en Estados Unidos es el que todos, o al menos todos los de alquiler, tengan cambio automático y motor de gasolina. Yo nunca había conducido antes un coche automático y en contadas ocasiones había conducido uno de gasolina, pero estaba convencido de que Manhattan debía se un lugar perfecto para practicar la conducción :D

Cogimos nuestro coche y un GPS y en dos horas recorrimos las 100 millas que separan Nueva York de Philadelphia.


A las 11:30 llegamos al Independence National Historical Park y dejamos el coche en el parking que hay bajo su Centro de Visitantes. Aquí cogimos un ticket con hora para visitar el Independence Hall y mientras llegaba nuestro turno para visitarlo aprovechamos para ver el resto del INHP, considerado "la milla cuadrada con más historia de Estados Unidos".

Philadelphia fue fundada en 1682 por William Penn, un cuáquero inglés. El rey Carlos II le concedió los terrenos comprendidos entre los ríos Delaware y Schuylkill. Para Penn este fue el comienzo de su "experimento sagrado" y el nacimiento de una colonia basada en su libertad religiosa. Debido a su excelente ubicación sobre la costa atlántica, a su fácil accesibilidad y a la abundancia de recursos naturales de Pennsylvania, Philadelphia creció rápidamente durante el siglo XVIII convirtiéndose en la segunda ciudad más grande del Imperio británico, por detrás únicamente de Londres. Pero paradójicamente Philadelphia se había convertido en el azote del Imperio y entre 1764 y 1800 la historia de la ciudad está íntimamente ligada a la historia de la Guerra de Independencia y a los nombres de Benjamin Franklin, George Washington o Thomas Jefferson.



En el interior del Independence Hall se reunieron los delegados de las Trece Colonias en el Segundo Congreso Continental durante la Guerra de Independencia y se firmaron la Declaración de Independencia, el 4 de julio de 1776, y más tarde, los Artículos de la Confederación y la Constitución de los Estados Unidos de América.

Junto al Independence Hall se encuentran el Congress Hall y el Old City Hall, y detrás de estos se halla la Independence Square, donde tras hacer sonar la Campana de la Libertad, que se encontraba en la torre del Independence Hall, se leyó por primera vez en público la Declaración de Independencia, el 8 de julio de 1776.

Hoy la Liberty Bell es uno de los iconos ideológicos más importantes de los Estados Unidos y, desde 2003, se encuentra situada en un pabellón especialmente habilitado para recibir la avalancha de curiosos y patriotas que la visitan a diario. Diana y yo nos conformamos con verla desde el exterior a través de una cristalera.


Tras visitar los diferentes edificios donde se forjó la nación que habría de dominar el mundo, caminamos hasta el majestuoso City Hall.



El actual ayuntamiento de Philadelphia se terminó de construir en 1901. Se alza 167 m. sobre Penn Square, convirtiéndose en la construcción de sillería sin estructura de acero más alta del mundo. Lo corona una estatua de bronce de William Penn que puede verse desde casi cualquier punto de la ciudad.



Muy cerca se encuentra el modernísimo Financial District, con sus flamantes rascacielos de cristal como el Comcast Center (2008), diseñado por el arquitecto Robert AM Stern, el mismo que diseñara el centro comercial Zubiarte de Bilbao, en cuya construcción trabajé durante casi dos años. Con 297 m. de altura el Comcast Center se ha convertido en el edificio más alto de la ciudad.


Otros edificios que destacan majestuosos en el skyline de Philadelphia son: el elegante One Liberty Place (1987), cuyas líneas evocan al Chrysler Building y que alcanza los 269 m, el Two Liberty Place (1990) de 258 m. y el Mellon Bank Center (1990) de 241 m.


Regresamos caminando por Market Street hasta el Independence National Historical Park y continuando por Arch Street nos adentramos en las vetustas callejuelas del Old City Cultural District, el barrio que junto a Society Hill formaba la originaria Philadelphia, retrocediendo más de 200 años en el tiempo.


Junto a 2nd St, entre Arch y Race Sts, encontramos Elfreth's Alley, de la que se dice que es la calle habitada más antigua de Estados Unidos. Sus 32 pintorescas casas de ladrillo, construidas en el siglo XVIII, aún hoy siguen siendo el hogar de varias familias de Philadelphia.


Muy cerca de allí nos detuvimos a probar los famoso cheesesteak, que no es más que un bocadillo de tiras de carne de ternera, queso fundido, cebolla frita, pimiento y champiñones, pero que después de tanto caminar nos estuvo buenísimo.


Luego regresamos al parking del INHP y conducimos hasta el Philadelphia Museum of Art, ansiosos por subir corriendo la famosa escalinata que aparece en una de las películas favoritas de nuestra infancia: Rocky.



Allí pasamos el resto de la tarde, maravillados con la arquitectura del edificio, con sus frontones policromados y con las estupendas vistas que desde allí se tienen de la ciudad. Se estaba tan a gusto sentado en la escalinata, observando a los sorprendentemente pocos turistas que hasta allí se acercaban, que pasamos hasta de visitar la excelente colección de pintura que al parecer contiene el museo.



Antes de despedirnos de la ciudad, nos sacamos una foto con la escultura que conmemora la filmación de la película en la ciudad y que además aparece en varias escenas de la saga.

Hacia las 18:30 tomamos de nuevo el coche hasta Washington donde llegamos 3 horas más tarde, tras recorrer unas 140 millas. Allí habíamos reservado, a través de booking.com, una habitación en el hotel Hyatt Arlington, del cual no teníamos ninguna referencia, pero que cumplió ampliamente con nuestras expectativas. Calidad / precio: 10.

Y para terminar os dejo una escena de Rocky II, en la que el boxeador recorre entrenando toda la ciudad de Philadelphia. Aparece el Italian Market (el cual nos quedamos con ganas de ver por falta de tiempo), el Independence National Historical Park y por supuesto el Philadelphia Museum of Art.




lunes, 24 de agosto de 2009

Manhattan Transfer - John Dos Passos

Fotografía de Samuel H. Gottscho de 1931

"Babilonia y Nínive eran de ladrillo. Toda Atenas era de doradas columnas de mármol. Roma reposaba en anchos arcos de mampostería. En Constantinopla los minaretes llamean como enormes cirios en torno del Cuerno de Oro... Acero, vidrio, baldosas, hormigón, serán los materiales de los rascacielos. Apilados en la estrecha isla, edificios de mil ventanas surgirán resplandecientes, pirámide sobre pirámide, blancas nubes encima de la tormenta."

En 1925, Dos Passos publicó la novela Manhattan Transfer, convirtiéndose rápidamente, especialmente por su estilo, en un hito no sólo de la literatura estadounidense sino también de la literatura universal.

Manhattan Transfer está escrita como un mosaico por el que desfilan decenas de personajes. Actrices de Broadway, abogados, contables, periodistas... Nuevos profesionales de una sociedad también nueva, que emerge, a velocidad de vértigo, en el Nueva York de principios del siglo XX.

Una amalgama de breves relatos, en cierto modo inconexos, pero que en su conjunto consiguen una fiel descripción de la sociedad neoyorquina de la época.

Una novela cercana a Manhattan Transfer, en cuanto a la técnica narrativa utilizada, es Tirano Banderas (1926), de Valle-Inclán. No en vano, ambos autores coincidieron en Madrid (también con Juan Ramón Jiménez) y frecuentaron juntos los cafés literarios de la capital, durante la temporada que, entre 1916 y 1917, Dos Passos pasó en España estudiando español.

También La Colmena (1951), de Camilo José Cela, se ve influenciada por la yustaposición de historias de decenas de personajes, la simultaneidad temporal o la descripción fílmica, conformando un mosaico de la sociedad madrileña de posguerra.

Dos Passos fue miembro de la llamada Generación Perdida, donde también se incluyen autores como Hemingway o Scott Fitzgerald. Su estilo se encuadra dentro del Realismo de la Escuela de Chicago, el cual desmitifica el sueño americano desde una gradación expresionista, de forma pesimista y desilusionada.

lunes, 17 de agosto de 2009

Ojos de Brujo con Los Van Van

Tremendo discazo el último de Ojos de Brujo, Aocaná, corazón en lengua calé.

Tras diez años desde su primer disco, Vengue, en el que es su cuarto disco continúan con ese estilo que les caracteriza, fusionando con éxito flamenco, hip-hop e incluso música electrónica. Y en esta ocasión se atreven además con la salsa.

"Un disco con aires nuevos, con aires tropicales, con aires cubanos...", dicen ellos en su página web. Y lo cierto es que Aocaná contiene sorpresas y colaboraciones como la de los cubanos Los Van Van, que con Busca lo bueno han hecho una de esas salsitas que en la pista arrebatan.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Casa "los Giles"


Hacía ya varios años que tenía puesto el ojo en este antiguo caserón, situado entre las poblaciones de Villena y Sax. Siempre me llamaba la atención cuando pasaba junto a él camino de la costa alicantina y mi cabeza no podía evitar imaginar como habría sido la vida en ella en su época de esplendor.

Esta casa señorial es conocida como los Giles y fue construida a principios del siglo XX muy cerca de Santa Eulalia, una colonia agrícola semiabandonada, edificada de nueva planta a finales del siglo XIX, al estilo de las colonias textiles catalanas, por el Conde de Alcudia, Antonio de Padua Saavedra, y D. Mariano Bertodano y Roncalí.


La Casa "los Giles" tiene forma cúbica, con un tejado a cuatro aguas. Cuenta con tres plantas y en la última destacan las mansardas, que confieren al edificio su singular elegancia y cierto aire parisino.

Según Gabino Ponce Herrero, los Giles responde al tipo "Casa Grande" dentro de la clasificación que hace de las casas agrícolas de Sax:

"Estas casas estaban ligadas a antiguos grandes propietarios, en absoluto dedicados al trabajo directo de las tierras, llevadas mediante encargados, medieros y peones. Estos propietarios, en su mayor parte rentistas, fueron vendiendo sus fincas a lo largo del siglo XX para trasladarse a Valencia y Madrid principalmente."

"Las casas se caracterizan por sus grandes dimensiones, a menudo con dos o más plantas habitables, y las de finales del siglo XIX y principios del XX por su carácter suntuoso, manifiesto en el estilo arquitectónico, en su selecta ornamentación y en la reserva de una parte de las tierras de labor para espacios ajardinados. En ocasiones estas casas son auténticos palacios. Además, siempre desligadas de estas viviendas, a espaldas de ella o formando calle, aparecen otras edificaciones y dependencias destinadas a bodegas, almacenes de grano y frutos, depósitos de herramientas y aperos, cuadras para el ganado de labor, viviendas para el encargado y los peones, etc. Junto a la casa y dependencias se extienden las tierras de labor."

Pues bien, aprovechando mi estancia en Caudete, a unos 25 km. de la casa, hace algunas semanas me decidí a visitarla, pero cuando llegué allí y, a través de las ventanas de la planta baja, que están abiertas, vi colchones tirados por el suelo, litronas, revistas, etc., me entró el canguelo y me limité a sacar fotografías del exterior.

Pero ayer, tras varias semanas buscando información a cerca de la historia de la casa, la curiosidad me venció y provisto de botas de obra, casco y linterna, me colé por una de las ventanas y recorrí cada una de sus plantas ;-]

Al principio me lo tome con mucha cautela y prudencia, había entrado solo en la casa y no tenía ganas de toparme con alguien que la pudiera estar habitando temporalmente y me viera como a un invasor...

Sala a sala fui cerciorándome de que al menos en la planta baja no había nadie, a la vez iba identificando posibles salidas alternativas en caso de tener que salir por patas. En la cocina encontré una puerta abierta que salía a la calle por la fachada trasera.

En la planta baja encontré, a parte de los mencionados colchones, estanterías volcadas y sobre todo multitud de revistas antiguas que cubrían los suelos por todas partes.

Ya algo más confiado, comencé a subir las escaleras hacia la planta primera. Eso sí, en cualquier caso, trataba de hacer el menor ruido posible en cada paso, andando prácticamente de puntillas y aguzando el oído. Si había alguien en la casa, tenía claro que quería verlo yo antes de que me viesen a mí.

Pero lo cierto es que fuera hacía mucho viento, y al no disponer las ventanas de vidrios, el viento entraba en la casa a su antojo haciendo chirriar algunas puertas e incluso, mientras subía por la escalera hacia la planta superior, podía oírse en ésta el continuo golpeteo de una contraventana de madera. El corazón casi se me sale del pecho.

Las pulsaciones no recuperaron su ritmo cuasi normal hasta que alcancé la planta superior y pude comprobar que en la casa no parecía haber nadie más que yo. Y digo parecía, porque por el camino había dejado sin inspeccionar aquellas salas en las que la puerta estaba cerrada. Si alguien andaba escondiéndose de mi, ¿por qué iba yo a querer descubrirle?...

En la tercera planta encontré varios somieres de muelles y de nuevo varias estanterías volcadas y revistas regadas por todas partes. Además, una golondrina que había anidado en el foseado de escayola del techo, asustada, no paraba de revolotear de un extremo a otro del distribuidor.

Y ahora viene lo mejor. Llevaba ya algo más de media hora dentro de la casa y mientras tomaba fotografías de las características mansardas, comienzo a escuchar ruido de voces y pasos en la escalera. No me dio casi tiempo ni de acojonarme cuando tres yoncarras, de entre 25 y 30 años, llegaron hasta donde yo estaba. Pero lo cierto es que iban tan ensimismados en su conversación y en sus cosas, que no se habían percatado de mi presencia; así que, como no me quedaba otra, decidí saludarles:

- Buenas tardes, chicos. - Les dije, tratando de sacar una voz lo más varonil posible.
- ¡Anda, mi vieja! Pero si hay un hombre aquí... - Respondió uno de ellos, en un tono que a mí me pareció desafiante. E inmediatamente otro, al verme con el casco de obra, dijo:
- ¿Qué pasa? ¿qué vais a restaurarla?
Entonces vi la luz... ¡Qué va! Al final los propietarios han decidido demolerla. - Les dije.
- Mejor. - Respondió escuetamente.
- Y a mi me han mandado de la ingeniería para que haga un informe fotográfico del estado en que se encuentra. - Continué.
- Oye, no vayas a llamar a la guardia civil, - dijo el tercero, que hasta el momento se había limitado a observarme atentamente - tan sólo hemos venido a fumarnos unos cigarritos.
- ¡Cigarritos y una poca polla! - Pensé, porque lo que les dije fue que no se preocupasen, que por mí podían hacer lo que les diese la gana, pero que tuviesen mucho cuidado de por donde pisaban, pues la estructura del edificio estaba seriamente dañada y no sería raro que se viniese abajo antes de que nos diese tiempo a demolerlo.

A continuación se encerraron en el cuarto que queda a la izquierda del desembarco de la escalera y yo di por finalizada mi sesión fotográfica. Bajé las escaleras bien ligerito y hasta que no me vi fuera de la casa no respiré tranquilo.

Para terminar, os dejo un par de videos que grabé en el interior de la casa. El primero en la planta intermedia y el segundo en la planta superior.



Actualización del 24 de agosto de 2010:

Tal y como se cuenta en un reciente artículo publicado por el diario alicantino informacion.es:

"La mansión la mandó construir en 1903 el matrimonio formado por José Gil Blanco y Francisca López Bravo-Alonso. Hasta los años 70 sus hijas Josefa y Asunción Gil Bravo-Alonso pasaron largas temporadas en ella junto a varios de sus descendientes. Durante la Guerra Civil se produjo, sin embargo, un paréntesis en su uso porque el edificio pasó a ser hospital para enfermos infecciosos."

Así mismo, el citado artículo informa de que, tras décadas de abandono, la mansión será por fin rehabilitada por la firma Canto y Ferrando S.L. a la que la Generalitat y el Ayuntamiento han concedido los permisos necesarios para construir una gasolinera con multitienda cerca de la casa, condicionada a la rehabilitación de ésta.

Actualización del 27 de junio de 2011:


Fachada principal de la casa tras su restauración. Fotografía tomada por Óscar Martín.

viernes, 7 de agosto de 2009

Philippe Petit en acción

Hace 35 años, el 7 de agosto de 1974, hacia las 7:15 de la mañana, el funambulista francés, Philippe Petit, se colaba en el World Trade Center y sorprendía a los madrugadores transeúntes neoyorkinos caminando sobre un cable de acero suspendido de las Torres Gemelas a más de 400 m. de altura.

"El espectáculo duró unos 45 minutos y durante ese tiempo, Philippe Petit, además de caminar, se sentó sobre el cable, hizo una reverencia y habló con una gaviota que volaba sobre su cabeza."


lunes, 3 de agosto de 2009

USA. Día 3: Nueva York - 5th Ave.


12 de junio de 2009, viernes.


El pronóstico del tiempo daba lluvias y temperaturas algo frescas, por lo que decidimos posponer para otro día nuestro paseo en bicicleta por Central Park y recorrer la Quinta Avenida, desde Madison Square Park, en 23rd street, hasta Central Park, a la altura de 59th street.

De camino a Madison Square Park, en 61w 23rd st., encontramos una tienda de ropa Unlimited Jeans y nos detuvimos a hacer unas compras. Realmente es impresionante lo baratas que están algunas marcas con respecto a Europa. En esta ocasión compré un vaquero Levi's 514 y una camisa también Levi's por poco más de 70$, ¡unos 50€! En España seguramente me hubiese gastado el triple.


Continuamos caminando hasta la punta de diamante que forman Broadway, la Quinta Avenida y la calle 23, donde se encuentra uno de los edificios más famosos de Nueva York: el Flatiron Building.

Llamado originariamente Fuller Building, pronto fue conocido como Flatiron (plancha) debido a su forma triangular. Cuando se terminó en 1902, con sus 87 m. de altura, se convirtió en el edificio más alto del mundo. Fue uno de los primeros en usar acero en su estructura y hay quien considera que con su construcción se inició la era de los rascacielos.

El edificio, de estilo Beaux-Arts, fue diseñado por el arquitecto de la Escuela de Chicago Daniel Burnham. Su fachada de piedra caliza y terracota se divide en tres niveles, imitando el esquema de basamento, fuste y capitel de la columna clásica.

Al igual que otros iconos neoyorquinos, el Flatiron Building sale en bastantes películas; como Armageddon, Godzilla o la saga Spiderman. En esta última aparece frecuentemente ya que en él se sitúan las oficinas del Daily Bugle, donde trabaja como periodista Peter Parker.


En Madison Square Park tomamos la Quinta Avenida hasta la Calle 33, donde se encuentra el mítico Empire State.

Eran cerca de las 12 del mediodía, el día había comenzado a abrir y pensamos que quizás era buen momento para subir hasta su planta 86 y disfrutar de las vistas; pero las colas eran inmensas, por lo que decidimos regresar otro día a primera hora de la mañana.


Muy cerca del Empire State, ocupando la totalidad de la manzana que delimitan las calles 34 y 35 y la Séptima Avenida y Broadway, se encuentra la tienda principal de Macy's, que con sus 11 plantas presume de ser "la tienda más grande del mundo", algo que también reclaman para sí los almacenes Harrods de Londres.

El edificio original, con fachada de estilo palladiano, fue construido entre 1901 y 1902; pero lo que más nos llamó la atención a Diana y a mí fue encontrar en su interior una escalera mecánica de madera todavía en funcionamiento.

Los que estéis interesados en hacer compras en estos almacenes no os olvidéis de solicitar en la planta 1 y 1/2 la tarjeta descuento del 11% para turistas, os la darán presentando el pasaporte o el DNI.

Regresamos a la Quinta Avenida y continuamos subiendo hasta la New York Public Library, entre las calles 40 y 42. Construida en estilo beaux-arts neoyorquino, la principal biblioteca pública de Nueva York abrió sus puertas en 1911.

Volviendo a las referencias fílmicas: esta biblioteca aparece en Los Cazafantasmas y sirve de refugio a los protas de El día de mañana durante la catastrófica glaciación.

Puede visitarse su interior gratuitamente.


Doblamos a la derecha por la Calle 42 en busca de la Grand Central Terminal. La vetusta estación es otra muestra del estilo beaux-arts. Fue inaugurada en 1913 y pronto se convirtió en un icono romántico desde el que iniciar un viaje a través de los Estados Unidos.

Muy cerca de allí se alza majestuoso el Chrysler Building.



En el cruce de 42nd St. con Lexington Ave. se encuentra está portentosa joya del art déco. Se inauguró el 27 de mayo de 1930, tras una ardua competición con el edificio 40 Wall Street (actual Trump Building) por ser el edificio más alto del mundo, que incluso obligo a ambos edificios a añadir plantas u otros elementos arquitectónicos en sus proyectos durante el proceso de construcción.

En abril de 1930, el 40 Wall Street Building se convertía en el edificio más alto del mundo, con 70 plantas y 283 metros, superando con creces los 241 metros del Woolworth Building. Pero este título a penas lo disfrutaría un mes, debido a que el arquitecto del Chrysler, William van Alen, se había reservado un as en la manga que elevó su edificio hasta los 318 metros, convirtiéndose no sólo en el edificio más alto del mundo, sino también en la estructura más alta del mundo, superando los 300 metros de la Torre Eiffel.


Son características en este edificio las alusiones decorativas a elementos de los automóviles chrysler de la época. La ornamentación de la pirámide estilizada que corona el edificio, conocida como vertex, imita los tapacubos usados por entonces. Las cuatro esquinas que quedan en el retranqueo del piso 31 están decoradas con una especie de tapas de radiador con alas.


Las ocho gárgolas de acero situadas en la planta 61 destacan portentosas sobre el acabado en ladrillo caravista de la fachada. Y no resulta difícil imaginar sobre ellas a Spiderman vigilando la ciudad.

Tras visitar el original lobby del Chrysler continuamos nuestro camino por 42nd Street hasta el complejo de la ONU a orillas del East River. Luego, callejeando, regresamos a la Quinta Avenida con 50th St. para visitar la Saint Patrick Cathedral, la mayor catedral católica de Estados Unidos, terminada en 1888 en estilo neogótico.

Un poco más arriba, en 53rd St. encontramos el Museum of Modern Art, más conocido como MoMA.


El Moma ofrece una de las mejores colecciones de arte moderno del mundo, pero aquí me limitaré tan sólo a reseñar algunas de las obras imprescindibles, enlazándolas con una fotografía:

Noche estrellada (1889), de Vincent van Gogh.
La Clownesse (1896), de Toulouse-Lautrec.
Hope II (1908), de Gustav Klimt.
El niño con caballo (1906), de Pablo Picasso.
Las señoritas de Avignon (1907), de Pablo Picasso.
Violín y uvas (1912), de Pablo Picasso.
Naturaleza muerta con flores (1912), de Juan Gris.
Uvas y vino (1913), de Juan Gris.
Tren blindado en acción (1915), de Gino Severini.
La persistencia de la memoria (1931), de Salvador Dalí.
Zapata (1931), de Diego Rivera.
Autorretrato con pelo cortado (1940), de Frida Khalo.
Christina's World (1948), de Andrew Wyeth.
Girl with ball (1961), de Roy Lichtenstein.
Campbell's Soup Cans (1962) de Andy Warhol.
Gold Marilyn Monroe (1962) de Andy Warhol.

A parte de estas obras pictóricas, el Moma cuenta también con importantes colecciones de Escultura, Fotografía y Cine, y tiene además una galería dedicada a la Arquitectura y el Diseño, donde encontramos una maqueta de la Casa de la cascada (Fallingwater) de Frank Lloyd Wright, que visitaríamos, cerca de Pittsburgh (Pensilvania), varios días después.

Cuando salimos del museo nuestras piernas no daban más de sí. Eran cerca de las 18:30 y llevábamos caminando todo el día sin a penas descansar. Pero decidimos continuar nuestro camino Quinta Avenida arriba hasta la parada de metro de 59th St. De este modo pasaríamos por la tienda de Tiffany & Co., célebre por su aparición en Desayuno con diamantes, y frente al ostentoso Hotel Plaza (1907), cuya arquitectura recuerda, a gran escala, a un castillo francés del Renacimiento.

Tras regresar al hotel y echarnos una siestecilla de casi dos horas, Diana no tenía ganas de ir a ninguna parte, y yo en cambio estaba ansioso por aprovechar al máximo el tiempo en "la ciudad que nunca duerme". Además, mañana dejaríamos Nueva York durante 5 días para visitar otras ciudades.

Así que decidí darme una vueltecilla yo solo. Cogí el metro hasta el Puente de Brooklyn, lo crucé caminando y, desde una esplanada cercana al Pier 1 de Brooklyn, disfruté de las vistas más impresionantes de Manhattan. ¡Inolvidable!

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