
1984 es una novela de ciencia-ficción -o no tanto-, escrita por George Orwell en 1948 y publicada en 1949. En ella se describe un mundo
distópico, gobernado con mano de hierro por el omnipresente
Gran Hermano.
Fundamentalmente son tres las consignas que sirven a la clase dominante para mantenerse en el poder y controlar la sociedad descrita por Orwell:
"La guerra es la paz", que justifica la lucha preventiva contra los "enemigos" del Estado y de la sociedad con el fin de preservar la paz de la comunidad. "La libertad es la esclavitud"; argumento que tanto nos recuerda aquella terrible frase que figuraba en las puertas de los campos de concentración nazis: Arbeit macht frei (el trabajo os hará libres). Y "la ignorancia es la fuerza", que sirve para justificar el poder que debe ejercerse sobre la información, manipulándola, adoctrinando a la población y generando una uniformidad de opinión. El libro nos dice:
"El que controla el pasado, controla también el futuro. El que controla el presente, controla el pasado". Valiéndose para ello del "doblepensar, la mutabilidad del pasado y la degeneración de la realidad objetiva".
No menos paradójicos resultan los nombres de los ministerios que velan por el bien colectivo:
"El Ministerio de la Verdad,que se dedicaba a las noticias, a los espectáculos, la educación y las bellas artes. El Ministerio de la Paz, para los asuntos de guerra. El Ministerio del Amor, encargado de mantener la ley y el orden." -Recurriendo a la tortura en caso de ser necesario- "Y el Ministerio de la Abundancia, al que correspondían los asuntos económicos."
Especial relevancia tienen en la novela la Policía del Pensamiento y la creación de la neolengua; un nuevo lenguaje, más aséptico, en el que se reduce y se transforma el léxico, basándose en la idea de que lo que no está en la lengua no puede ser pensado:
"La revolución será completa cuando la lengua sea perfecta."
Y más adelante Orwell nos advertirá:
"No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura."
Llama la atención la división del mundo que se plantea en la novela. Orwell nos presenta un mundo dividido en tres superestados totalitarios, de diferentes ideologías y por tanto en continuo enfrentamiento, pero con unas condiciones de vida casi idénticas: Eurasia, gobernada por el neobolchevismo; Asía Oriental, donde domina "la adoración a la muerte o desaparición del yo"; y Oceanía, estado donde transcurre el argumento, dominado por el Ingsoc, acrónimo de “Socialismo Inglés”.
"La verdad es que a penas pueden distinguirse las tres ideologías, y los sistemas sociales que ellas soportan son los mismos. En los tres existe la misma estructura piramidal, idéntica adoración a un jefe semidivino, la misma economía orientada hacia una guerra continua."
Como iba diciendo, curiosamente llama la atención esta división del mundo en tres ideologías, ya que cuando Orwell terminó el libro en 1948, recientemente había terminado la
Segunda Guerra Mundial en la que se enfrentaron tres grandes bloques ideológicos: el fascismo, el socialismo y el capitalismo.
En lo referente a las influencias literarias en
1984 cabe mencionar algunas novelas pertenecientes a esta tradición distópica de la ciencia-ficción, que no hace sino advertirnos de los riesgos que entraña la concentración de poder en unas pocas manos y trata de adoptar una postura ética para evitar tales situaciones.
Nosotros, del ruso
Yevgueni Zamiatin (1921) es el antecedente más claro, pero también
Un mundo feliz, de
Aldous Huxley (1932) y
El cero y el infinito, de
Arthur Koestler (1941), entre otras, han dejado una impronta clara en la novela de Orwell.
A modo de conclusión diré que, si bien algunos críticos han apuntado que desde el punto de vista del estilo 1984 no es una obra maestra, desde luego no cabe duda de que sí lo es desde el punto de vista humano. 1984 es una novela de lectura imprescindible, que permite comprobar que la advertencia de Orwell se ha convertido en realidad, aunque quizás de una forma más sutil.
Muy a nuestro pesar podemos estar seguros de que "el Gran Hermano nos vigila". Como muy bien señala
Juan Manuel Santiago:
"El Ministerio de Hacienda, posee todos nuestros datos fiscales. El Ministerio de Interior, posee nuestros historiales delictivos. El Ministerio de Sanidad, posee todo nuestro historial clínico. La Agencia de Protección de Datos, posee la llave para que empresas, bancos y compañías de seguros sepan quienes somos, qué comemos, qué enfermedades padecemos, qué situación económica atravesamos... En resumen, la clave para conocernos mejor de lo que nosotros nos conocemos a nosotros mismos. Este es el Gran Hermano real y actual, una maquinaria puesta a nuestro servicio."
Por otro lado, la guerra abierta en la actualidad contra el terrorismo internacional por las democracias occidentales, o la guerra abierta contra los Estados Unidos por los regímenes dictatoriales de Cuba e Irán, quizás no sean más que la necesidad de buscar un enemigo con el fin de garantizar la cohesión de la sociedad y la perpetuidad en el poder de la clase dirigente.
Orwell tenía razón: "los mejores libros son los que nos dicen lo que ya sabemos".
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