lunes, 15 de septiembre de 2008

Gloria Estefan pasó por Madrid



El pasado sábado, el mismo día que Madrid celebraba su Noche en Blanco, Diana y yo estuvimos en el recital que la cubano-estadounidense Gloria Estefan ofreció en el Auditorio Telefónica Arena.

Sentado cómodamente el público esperaba expectante la salida a escena de la artista latina, que se produjo, tras la caída de dos telones, con el salsero Oye, suficiente para poner a bailar hasta al más tímido.

Por delante quedaban más de dos horas en las que Gloria hizo un repaso de todos sus éxitos. Alternando temas en español con temas en inglés, cantó los ya conocidos Bésame y No llores -de su último disco 90 millas-, Con los años que me quedan, Oye mi canto, Tu fotografía, Cuba Libre, Mi tierra, Conga, Let's get loud, Reach, Dr. Beat, I just wanna be happy y muchos otros temas excelentemente ambientados por una escenografía y una coreografía muy trabajadas.

La sorpresa de la noche llegó cuando a mitad de la actuación Gloria presentó sobre el escenario a su hija de 13 años, Emily Marie Estefan, y ésta hizo una demostración de sus dotes -que no son pocas- tocando la guitarra eléctrica y la batería. En la parte final del concierto también Emilio Estefan se animaría a acompañar a Gloria con los timbales.

La nota colorista la pusieron los miembros de su Club de Fans que, situados en las primeras filas no dudaban en transmitirle su cariño a la artista arrojándole a cada momento flores, cartas, peluches, camisetas, banderas, etc. que Gloria se guardaba o bien devolvía con su autógrafo sin interrumpir su canto.

Tras su actuación en Madrid, Gloria Estefan continúa con su gira, la primera en once años por España y la última de su carrera según ha anunciado recientemente.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Moguer, Juan Ramón, Platero y yo

Dibujo de Sáez de Tejeda

Como decía en un post anterior, la visita a Moguer tiene un doble aliciente: por un lado el de poder visitar los lugares colombinos, principalmente el Convento de Santa Clara, y por otro la posibilidad de conocer numerosos lugares relacionados con el poeta, Premio Nóbel de Literatura, Juan Ramón Jiménez.

Juan Ramón Jiménez nació en Moguer en 1881, estudió Derecho en la Universidad de Sevilla y poco después se instaló en Madrid, donde se casó con la que sería su compañera ejemplar de toda la vida, Zenobia Camprubí. En 1936, al estallar la Guerra Civil se vio obligado a abandonar España. Estados Unidos, Cuba y Puerto Rico, fueron sus sucesivos lugares de residencia. Moriría en este último país, en 1958, donde recibió ya casi moribundo la noticia de la concesión del Premio Nóbel.

El blanco pueblo de Moguer inspirará durante toda la vida al poeta, pero es Platero y yo la obra que con mayor detalle describe su pueblo natal. La calle Nueva, la de la Ribera, el Monturrio, el Molino de Coba, la calle Fuentes, la de las Flores, la de la Aceña,… Las calles de Moguer se entrecruzan en esta obra donde Juan Ramón nos describe con nostalgia cada recuerdo de su infancia. Hoy en día es un verdadero deleite caminar por Moguer pudiendo leer en cada esquina los azulejos que ha colocado el ayuntamiento con referencias al libro.



Además, en Moguer pueden visitarse varias casas que pertenecieron a la familia de Juan Ramón Jiménez.

En la calle Ribera esquina con la calle de Zenobia Camprubí (antigua de las Flores), se encuentra una de las casas de la burguesía hacendada y culta de finales del XIX, en ella nació el 23 de diciembre de 1881 Juan Ramón Jiménez y allí vivió con su familia dos años. De esta manera la inmortalizó en Platero y yo:

"Aquí en esta casa grande hoy cuartel de la guardia civil, nací yo, Platero. Desde el mirador se ve el mar."


En 1883 los padres de Juan Ramón se trasladan con sus hijos a una casa en la calle Nueva, en el centro de Moguer, donde vivirán durante 18 años, hasta la muerte del padre de Juan Ramón. Se trata de un edificio del siglo XVIII, que desde 1956 está abierto al público como Casa Museo Zenobia y Juan Ramón. En su interior puede verse la biblioteca particular que el poeta tenía en Madrid, una colección de revistas de Zenobia y varios objetos personales.


En el número de 5 de la calle Santa Ángela de la Cruz (antigua Aceña), se encuentra la casa en que vivió Juan Ramón con su madre y su hermano Eustaquio. Tras largas ausencias de Moguer por cuestiones de salud, regresó en 1905 instalándose en esta casa ya que, por la muerte de su padre y los problemas económicos por los que atravesó su familia, tuvieron que vender la casa de la calle Nueva.

"Desde la calle de la Aceña, Platero, Moguer es otro pueblo. Allí empieza el barrio de los marineros. La gente habla de otro modo, con términos marinos, con imágenes libres y vistosas."

A escasos 2 kilómetros de Moguer se encuentra la finca Santa Cruz de Vista Alegre, una casa de campo ubicada en el paraje de Fuentepiña y desde la que se divisa una bella panorámica de Moguer. Se dice que bajo el pino que preside la casa está enterrado Platero:


"Esta tarde he ido con los niños a visitar la sepultura de Platero, que está en el huerto de la Piña, al pie del pino redondo y paternal. En torno, abril había adornado la tierra húmeda de grandes lirios amarillos. [...]
—¡Platero amigo!—le dije yo a la tierra— ; si, como pienso, estás ahora en un prado del cielo y llevas sobre tu lomo peludo a los ángeles adolescentes, ¿me habrás, quizá, olvidado? Platero, dime: ¿te acuerdas aún de mí?
Y, cual contestando a mi pregunta, una leve mariposa blanca, que antes no había visto, revolaba insistentemente, igual que un alma, de lirio en lirio..."

Además de estas casas, en Moguer también pueden visitarse el panteón de Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí, en el cementerio municipal, o el hermoso monumento a Juan Ramón Jiménez en la plaza del Cabildo.

martes, 9 de septiembre de 2008

Ike se ensaña con el oriente de Cuba

De ruta por los Lugares Colombinos


El pasado 10 de agosto, aprovechando nuestra estancia en Isla Canela (Huelva), Diana, el pequeño Héctor y yo, realizamos una visita a los Lugares Colombinos.

Los Lugares Colombinos es una ruta, declarada conjunto histórico artístico, en torno a aquellos lugares andaluces que tuvieron una especial relevancia en la preparación y realización del primer viaje de Cristóbal Colón que dio como resultado el Descubrimiento de América. En concreto, forman esta ruta dos localidades limítrofes entre sí de la provincia de Huelva: Palos de la Frontera, en cuyo término municipal se encuentra además el Monasterio de La Rábida, y Moguer.

Tomamos la A49, Autopista del Quinto Centenario, y nos desviamos por la comarcal A494 para, en unos pocos minutos, llegar a la localidad de Palos de la Frontera, conocida como (y en su escudo así figura) cuna del Descubrimiento de América.

Palos en la actualidad es una pequeñísima población de poco más de ocho mil habitantes y uno al llegar a ella no puede más que preguntarse qué caprichosos designios del destino hicieron que este humilde rincón del planeta acometiera una de las mayores azañas de la historia de la humanidad: el descubrimiento de América. En la actualidad los palermos viven fundamentalmente de la agricultura, siendo su principal motor económico el cultivo del fresón, que se exporta a gran parte de la Unión Europea. Poco o nada queda ya de su tradición marinera, al parecer el Descubrimiento produjo la emigración masiva hacia América de su flota comercial y pesquera, que desde entonces no se ha recuperado.

Desde su desaparecido puerto partieron el 3 de agosto de 1492 las carabelas La Pinta y La Niña y la nao Santa María, con el Almirante Cristóbal Colón y los hermanos Pinzón, rumbo a Oriente por Occidente. El encontronazo con América se produjo el 12 de octubre, en cuyas costas naufragó la Santa María, utilizándose sus maderos para la construcción del primer fuerte en las tierras conquistadas. Los otros dos navíos regresaron a Palos, por separado, el 15 de marzo de 1493.

En Palos se encuentra, en excelente estado tras varias restauraciones, la iglesia de San Jorge Mártir (siglo XV), donde se leyó la Real Provisión de los Reyes Católicos que instaba a la entrega de dos carabelas aprovisionadas a Colón.


También puede visitarse en esta ciudad, con cita previa en el ayuntamiento, la Casa Museo de Martín Alonso Pinzón, padre de los tres hermanos que partieron en la expedición: Martín Alonso Pinzón, Vicente Yáñez Pinzón y Francisco Martín Pinzón. La casa es fácilmente reconocible por su señorial fachada, aunque sobria, del siglo XVI. En su interior pueden admirarse útiles de navegación, pinturas y mapas relacionados con la gesta colombina, así como objetos de diferentes épocas pertenecientes a la familia Pinzón.

Tomando la carretera hacia Huelva llegamos al monasterio franciscano de La Rábida, lugar donde se fraguó el viaje de Colón y que en 1949 fue declarado Primer Monumento histórico de los pueblos Hispánicos. El edificio se encuentra situado muy cerca del Atlántico, en un pequeño cerro junto a la desembocadura del río Tinto, donde éste se une con el río Odiel conformando la ría de Huelva. Hasta allí llegó por primera vez Colón en 1485 buscando hospedaje y conoció a Fray Juan Pérez y a Fray Antonio de Marchena, hombres claves para su empresa, que intermediaron con los Reyes Católicos y le pusieron en contacto con Martín Alonso Pinzón y otros hombres influyentes de la zona.


Por La Rábida también pasarían al regresar de sus viajes de conquista Hernán Cortés, Gonzalo de Sandoval y Francisco Pizarro.

Muy cerca del monasterio se encuentra el Muelle de las Carabelas, construido en 1992 con motivo del V Centenario del Descubrimiento de América. Se trata de un museo donde, además de útiles para navegar y mapas de la época, pueden visitarse unas réplicas a escala real de La Niña, La Pinta y La Santa María. Estas naves fueron utilizadas, entre otras actividades, para el rodaje de la película de Ridley Scott, 1492: La conquista del paraíso.

Tras pasar por la tienda de souvenirs y llevarnos una reproducción de un globo terráqueo antiguo y el libro Cuarto viaje colombino, de Hernando Colón, hijo del Almirante, tomamos de nuevo la carretera dirección a Huelva, cruzamos por un puente hasta la otra orilla del río Tinto y en la punta que llaman del Sebo, donde el Tinto y el Odiel mezclan sus aguas, visitamos el Monumento a la Fe Descubridora. Se trata de una estatua de 37 metros de altura que fue donada por los Estados Unidos en 1929. Aunque es popularmente conocida como "el monumento a Colón", representa en realidad a un monje franciscano de La Rábida, cubierto por un manto y apoyado en una cruz.


Volvemos a la carretera y tras deshacer los a penas 5 kilómetros que nos separan de Palos, tomamos de nuevo la A494 hasta Moguer.

La visita a Moguer tiene una doble razón:

La primera es visitar los lugares relacionados con el viaje de Colón. Principalmente el Convento de Santa Clara -donde, tras regresar del viaje Descubridor, Cristóbal Colón pasó la primera noche en vela cumpliendo con un voto realizado en alta mar, cuando una tempestad estuvo a punto de hacer zozobrar a La Niña- y el Puerto de la Ribera -el antiguo puerto moguereño que contaba con muelle de carga, varadero y astilleros, en los que se construyó entre 1487 y 1490 la carabela La Niña-.


Y la segunda razón es la de conocer todo lo relacionado con el poeta, Premio Nóbel de Literatura, Juan Ramón Jiménez, nacido en Moguer el 23 de diciembre de 1881. Pero esto bien merece un artículo a parte.



Además de estas dos razones que aparecen en cualquier guía turística, una vez visitada la ciudad, yo añadiría una tercera. La del mero placer de perderse por las calles empedradas de una de las ciudades más bellas de Andalucía. Disfrutando a cada rato de sus plazas soleadas o de sus majestuosas iglesias coronadas por espadañas y recreándonos la vista con las hermosas fachadas de sus casas, encaladas, con zócalos de color albero o colores pastel, enormes ventanas que van desde el suelo hasta el techo, enrejadas al tradicional modo andaluz, y graciosas cornisas, cobijo de golondrinas. Una arquitectura que recuerda mucho a la llamada arquitectura colonial de varias poblaciones de América. A buen seguro que Moguer ha tenido algo que ver en esto...


Enlace recomendado:

sábado, 6 de septiembre de 2008

Che, el Argentino


Anoche fuimos al "estreno mundial" de la primera parte de la hagiografía del Che, que ha dirigido el estadounidense Steven Soderbergh y protagonizado y coproducido el portorriqueño Benicio del Toro. En Latinoamérica y Estados Unidos no podrán verla hasta diciembre.

En esta primera parte se cuenta como en 1956 el Che conoce a Fidel Castro, refugiado en México tras el ataque al cuartel Moncada, se embarca con él en el Granma para participar en la revolución y como, tras la batalla de Santa Clara, derrocan al dictador Fulgencio Batista y toman la ciudad de La Habana el 1 de enero de 1959.


Se trata de una superproducción hispano-estadounidense de más de 50 millones de euros, rodada en castellano (con una dicción cubana bastante aceptable) e interpretada por un magnífico
elenco de actores latinos. A parte de la de Benicio del Toro cabe destacar las interpretaciones de: el mexicano Demián Bichir en el papel de Fidel Castro, el chileno-venezolano Santiago Cabrera como Camilo Cienfuegos, el brasileño Rodrigo Santoro como Raúl Castro, el cubano Jorge Perugorría y los españoles Elvira Mínguez y Unax Ugalde.


El guión, de Peter Buchman, está basado fundamentalmente en los textos de Pasajes de la Guerra Revolucionaria y La Guerra de Guerrillas, en las intervenciones públicas del Che en la ONU y en algunas entrevistas concedidas en Estados Unidos. La historia se cuenta de forma realista, para ello Soderbergh evita los primeros planos. En la mayoría de las tomas hay siempre más de una persona en cada fotograma de tal forma que es el espectador quien debe elegir a qué o quién mirar y "eso forma parte del intento de hacer sentir al espectador lo que realmente está pasando frente a él". Además, El Argentino es la primera película rodada con cámara RED. Esta moderna cámara lee la luz de forma excepcional, lo que permite rodar con luz natural, dotando de mayor realismo cada escena.


Inicialmente, según Soderbergh, el mayor obstáculo fue el hecho de que, como ciudadano estadounidense, no le está permitido viajar a Cuba para rodar una película, ya que esto supondría saltarse el bloqueo metiendo millones de dólares en la isla. Así que para recrear las escenas de la Sierra Maestra escogieron la selva de Puerto Rico y para las escenas de Santa Clara la ciudad mexicana de Campeche.

Al estreno de la película en España le ha precedido una opulenta campaña de marketing por parte de Telecinco, cadena que ha participado en la producción. Y es que a nadie se le escapa que la figura del Che Guevara es una apuesta segura. Incalculables son los ingresos producidos por el capitalismo en merchandising desde la muerte del icono revolucionario.


Esta semana El Argentino se exhibirá junto a su continuación, Guerrilla, en el Toronto Film Festival al igual que hizo en el pasado Festival de Cannes bajo el nombre de Che, donde Benicio del Toro, obtuvo el premio a la mejor interpretación masculina protagonista. La versión íntegra alcanza una duración de 4 horas y media.

En la segunda parte, Guerrilla, los bosques de encinares y rebollares de Los Navalucillos (Toledo) y la pedanía gaditana de San Pablo de Buceite se convierten en la selva boliviana, donde el mito de la revolución cubana murió fusilado tras ser detenido en una emboscada de la CIA. Aún no tiene fecha de estreno, pero ¿apostamos algo a que será estas próximas navidades? El mundo de las finanzas es tan predecible...

En cualquier caso, cuando una película está tan bien hecha como lo está El Argentino, no hacen falta muchas cábalas para reventar la taquilla.

Entrada actualizada el 4 de febrero de 2009:
La segunda parte, Che "Guerrilla", se extrenará en España el viernes 27 de febrero.

martes, 2 de septiembre de 2008

El Algarve: viaje a los confines de Europa

El Algarve es el lugar más al oeste de la Europa continental. Su nombre proviene del árabe Al Gharb y se puede traducir como la tierra por donde se pone el sol. Nosotros aprovechamos nuestra estancia en Huelva para recorrer su costa.

Tavira, a menos de 40 kilómetros de España, es nuestra primera parada. Conocida como la ciudad de las mil iglesias, Tavira reposa antiquísima junto al río Séqua, que divide a la ciudad en dos partes. Un puente romano las comunica y a partir de éste el río Séqua cambia su nombre por el de Gilao. En la orilla derecha se encuentra el centro histórico, de bellas callejuelas estrechas y empinadas que llevan hasta un castillo que data de la época romana. Excelente baluarte desde donde pueden contemplarse los famosos tejados a cuatro aguas, popularmente conocidos como tejados de tijera (telhados de tesoura), que son la imagen más típica de la región.

Siguiendo nuestra ruta hacia el oeste llegamos a Faro, la capital del Algarve, protegida por el cordón dunar que forman las islas de la Ría de Formosa. Su historia está marcada por innumerables terremotos, incendios, saqueos de piratería y acciones militares. Se desconoce la exactitud de su origen, pero hay quien defiende que en este lugar estuvo la mítica ciudad romana de Ossonoba. Las casas encaladas, los tejados a cuatro aguas, los arcos y las callejas estrechas son rasgos definitorios de su arquitectura. Pero sin lugar a dudas su mayor atractivo reside en el cercano Parque Natural de la Ría de Formosa, un laberinto de dunas, lagos de agua dulce, bosques de coníferas, salinas y playas vírgenes, que sirven de cobijo a miles de aves y que convierten a la Ría de Formosa en uno de los humedales más importantes del sur europeo. No es de extrañar que en esta atmósfera hayan surgido multitud de mitos y leyendas, como la de Floripes, una mora encantada, muy bella, de la que cuentan que en determinadas noches puede oírse su lamento, suplicando que la desencanten y prometiendo a cambio felicidad y riqueza. La dificultad reside en las duras pruebas necesarias para tal empresa: ir a pie con una vela encendida hasta una de las islas y regresar, durante la marea baja. En el caso de que la vela se apague durante el trayecto, el aventurero será sumergido por las aguas.

Nuestra siguiente parada, Lagos, en la orilla derecha de la desembocadura del río Bensafrim, sirvió desde su origen de puerta hacia el Mediterráneo y sigue siendo hoy en día un lugar de encuentro de pueblos de todos los continentes. De su amplia bahía partió Gil Eanes, el primero en doblar el Cabo Bojador, en 1434, iniciando así la época de los grandes descubrimientos. En sus aguas se escondieron corsarios, como Sir Francis Drake, atraídos por los galeones que llegaban cargados de oro y piedras preciosas de las Américas o de especias de las Indias. En la actualidad, Lagos, es un importante centro turístico, al que llegan cada año miles de veraneantes, sobre todo del centro y del norte de Europa. Su casco antiguo, íntegramente peatonal, está repleto de restaurantes, cafeterías, pizzerías y heladerías; pero su mayor atractivo quizás sean sus playas, de hermosos acantilados, arenas doradas y aguas cristalinas, como Punta de Piedade, Porto de Mos o Playa da Luz, entre otras.

Tomando la carretera N125 nos adentramos en la Reserva Natural de la Costa Vicentina, hasta llegar a Sagres, en los confines del continente europeo. Una pequeña ciudad de ambiente algo hippie, surfero y amante de la vida natural. Allí visitamos su fortaleza, uno de los monumentos de mayor aura de todos cuantos existen en Portugal. En su Escuela Náutica se inventó la carabela, se perfeccionó la nao, se mejoraron las referencias astronómicas y las cartas de navegación y se desarrollaron las técnicas de navegación en alta mar. Allí se formaron los grandes navegantes que abrieron las rutas alrededor del mundo en los siglos XV y XVI, como Cristóbal Colón, Bartolomé Díaz o Vasco da Gama.

Una pequeña carretera, que bordea la preciosa ensenada de Beliche, nos lleva hasta el cabo de San Vicente, donde el suelo del viejo continente se interrumpe de pronto, cruentamente, en forma de acantilado de 60 metros sobre un agua oscura y misteriosa. Hasta él se desplazan cada atardecer decenas de jóvenes, peregrinos que vienen a contemplar una puesta de sol mística y sobrecogedora. Provistos de cervezas, ropa de abrigo y cámaras digitales, se van regando por las rocas, a los pies de un majestuoso faro, aquellos que quieren sentir una experiencia extrasensorial, dejándose calar por los aromas salinos del mar y la música de sus rompientes.

Sin duda un lugar imponente y mágico del que ya, en el siglo IV, el romano Rufus Festus Avienus dijera:

"Allá donde declina la luz sideral, emerge altanero el Cabo Cinético, punto extremo de la rica Europa, y entra por las saladas aguas del Océano poblado de monstruos. Se sigue un promontorio, que asusta por sus roquedos, consagrado a Saturno. Hierve el mar encrespado y el litoral rocoso se prolonga extensamente".

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