domingo, 26 de septiembre de 2010

"Nuestro hombre en La Habana" de Graham Greene


Nuestro hombre en La Habana, escrita inicialmente como guión cinematográfico, relata en forma de parodia las actividades británicas de espionaje en la convulsa Cuba de los cincuenta.

En el marco de la Guerra Fría, un vendedor de aspiradoras británico, afincado en La Habana, acaba convertido, sin proponérselo, en el espía 59200/5 de los servicios secretos británicos. Como no encuentra nada interesante que contar decide inventarse los informes que sus jefes le solicitan, a fin de seguir percibiendo unos ingresos extras que le permitirán darle algunos caprichos a su hija adolescente y unos buenos estudios.

En 1958 se publica la novela de Graham Greene (a la derecha en la foto) y rápidamente se convierte en un best seller. Al año siguiente, Carol Reed (a la izquierda en la foto) rodó la versión cinematográfica en una Habana que recién estrenaba la revolución castrista.

jueves, 23 de septiembre de 2010

"Piratas y corsarios" de José Hernández Úbeda


José Hernández Úbeda, licenciado en Historia Moderna, realiza con este libro un breve repaso de la historia de la piratería, desde la antigua Grecia hasta el siglo XVIII, centrándose geográficamente en los dos mares en que la piratería causó mayores estragos a la armada española: el Mediterráneo y el Caribe.

En sus páginas se describe la diferencia existente entre piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros y se cuentan las hazañas de capitanes tan famosos como Barbarroja, Drake o Henry Morgan.

Los puertos de Veracruz, Portobelo, Cartagena o La Habana eran los más codiciados por los piratas: en ellos se concentraba la plata procedente de las colonias españolas antes de ser transportada a la metrópoli. Port Royal, en Jamaica, y la isla de la Tortuga, al norte de Haití, servían de resguardo a filibusteros y bucaneros en el Caribe; en el mar Mediterráneo eran Argel, la isla de Djerba y Estambul los principales nidos de corsarios berberiscos.

El libro termina con una interesante bibliografía comentada, que invita al lector a profundizar en un mundo de saqueos, secuestros y abordajes protagonizados por individuos que fueron capaces de poner en jaque al imperio español.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Madrid, ¡Oh cielos!



¡Justo a tiempo! Esta tarde, después del trabajo, encontré un hueco y ganas para acercarme por el Círculo del Bellas Artes para ver la exposición fotográfica "Madrid, ¡Oh cielos!". Justo el último día que el Círculo exponía esta muestra colectiva, que tiene al cielo de Madrid por protagonista, y que cuenta con algunos de los nombres más destacados de la fotografía española contemporánea: Francesc Català Roca, Chema Madoz, Alberto García-Alix, Cristina García Rodero...

Además, para mayor deleite de los sentidos, la exposición era en la azotea del Bellas Artes.


jueves, 2 de septiembre de 2010

Gosálvez, un versalles en mitad de La Mancha



En un lugar de La Mancha, a orillas del Júcar, semiperdido en mitad de una frondosa chopera, se encuentra un suntuoso palacio al estilo del de Versalles. Mandado construir, hacia 1902, por Don Enrique Gosálvez, tras la venta de una pequeña fábrica de papel, propiedad de la familia, a Papelera Española.


En la construcción de “El parque”, como llamaban al palacio la familia Gosálvez, Don Enrique no escatimó en toda clase de detalles decorativos y constructivos, encargando el proyecto a Luis Sainz de los Terreros Gómez, un joven arquitecto que comenzaba a despuntar en Madrid.



El edificio tiene planta con forma de “U”, en el hall de entrada una escalera imperial comunicaba los tres niveles de que consta el cuerpo central, coronado por una gran mansarda. En el centro de esta cubierta, hoy medio derruida, a duras penas se sostiene una linterna acampanada que debió de servir para dotar de luz al fastuoso hall y a su escalera.



Las alas laterales disponen de entresuelo y planta principal y en ellos se encuentran salones, habitaciones y cuartos de baño.


Algunos de estas salas recibieron el nombre de las decoraciones, así había una “sala árabe” por los motivos geométricos del alicatado del zócalo, una “sala oriental” decorada con papeles de arroz pintados a mano y cañas de bambú en los zócalos y ventanas, un “salón de los espejos” entre cristales y pinturas al fresco y un “salón de la chimenea” presidido por una escultórica chimenea en la que se encuentran talladas las iniciales de Enrique Gosálvez.




Todo el inmueble fue escrupulosamente decorado hasta el último detalle: esculturas de bronce y pinturas de los más prestigiosos artistas, molduras en madera estilo Art Noveau que rematan zócalos y puertas con formas orgánicas, trampantojos en paredes, alfombras en todas las estancias, lámparas de cristal de piedra… Pero la joya de la corona, hoy saqueada, al parecer se encontraba en los jardines: una fuente conocida como “la zarina” que, según ha trascendido fue un regalo de Alejandra, la esposa del último zar Nicolás II.



El palacio fue habitado por los Gosálvez durante 30 años. Con la llegada de la Guerra Civil los negocios de la familia entraron en declive y el edificio fue confiscado por el Gobierno Republicano y usado durante la guerra como maternidad y albergue infantil, para las mujeres y niños que llegaban como refugiados desde el frente de Madrid.



Desde el fin de la contienda hasta la actualidad, para mí es todo un misterio los usos o sinusos que haya podido tener este formidable edificio. Lo cierto es que en la actualidad el edificio se derrumba a pasos agigantados, debido sobre todo al robo –en la última década- de las placas de zinc que cubrían la cubierta. Desprotegido de la lluvia, el agua se cuela hasta los cimientos, pudriendo toda la estructura –principalmente de madera-. Gran parte de los forjados se han caído y el acceso a las plantas superiores y al sótano ya es imposible, pudiéndose acceder tan sólo a algunas pocas salas y pasillos de la planta principal.


Dice, Mariann Leándrez, tras la visita que realizó al palacio durante el verano de 2004:

“Ya no podía visitarlo como hacía tres años, subiendo por sus escaleras y recorriendo todas las salas en las cuales se podían admirar los restos de sus decoraciones, recordándole lo maravilloso que seguía siendo. Esta vez todo a mi alrededor era quebradizo y herido. A pesar de mi valentía en lugares como ese, en los que no pienso en el peligro que a veces corro al intentar acceder a rincones impenetrables, no podía por más que retroceder.”


En el 2006 el palacio y los terrenos colindantes -donde todavía se encuentran, en mejor o peor estado de conservación, las garitas de los guardeses, las caballerizas, una ermita y algunas fábricas propiedad de los Gosálvez- fueron adquiridos por Juan Miguel Núñez, copropietario del popular Hotel Juanito de La Roda, con la intención de rehabilitar los edificios convirtiendo la finca en un complejo hotelero.
 
 
Pero la crisis llegó en el 2008 y es de suponer que, como otros tantos proyectos, éste se haya paralizado por el momento por falta de financiación. Así que el palacio seguirá abandonado por unos cuantos años más, o quizás sea más acertado decir semiabandonado, pues son muchos los curiosos que se acercan al palacio para realizar una sesión de modelos...


 ... Rodar un cortometraje...

  ... O incluso un imaginativo spot publicitario...


 

Fuente: Tébar Toboso, Benjamín. “La maternidad de Villalgordo del Júcar durante la Guerra Civil” en: La Guerra Civil en Castilla-La Mancha, 70 años después. 2006.

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