Bajo este título Guillermo Cabrera Infante recupera y desarrolla dos historias aparecidas en dos de sus grandes libros, hoy ya clásicos: Tres tristes tigres (1964) y La Habana para un infante difunto (1979).
El volumen comienza con La amazona, una historia de amor intelectual y sobre todo carnal, ya que "el sexo es un ejercicio mental que se ejecuta con el cuerpo". Una historia de amor con principio y fin, como deben ser estas historias para que sean perfectas, contada con esa fina ironía que caracteriza a Cabrera y su genial humor que nace de la propia lengua. Los juegos de palabras, el ingenioso uso del calambur y las resemantizaciones se repiten a lo largo de todo la narración y a modo de Ars amatoria parecen dejarnos una enseñanza: "quien a enamorado a más de una mujer se ve condenado a repetirse: la primera vez como drama, la segunda como farsa".
A continuación, cual Crónica de una muerte anunciada, aparece el relato que da nombre al libro, Ella cantaba boleros. Una historia de la gente de la farándula y la vida nocturna, de cabarets y de nite-clubs. En esta historia como en la anterior, "la noche habanera no sólo es el fin y el principio, sino el medio". La Estrella es la protagonista, "una mulata enorme, gorda gorda, dos brazos como muslos y de muslos que parecían dos troncos sosteniendo el tanque de agua que era su cuerpo". Su muerte se nos anuncia en la primera frase.
Dos narraciones que celebran a la noche, escritas por uno de los más grandes maestros del siglo XX.
1 comentarios:
Lo de la mulata inmensa, gorda, que cantaba boleros es una referencia a la Freddy... Fredesvinda Garcìa Valdes, Contralto, cantante cubana de boleros..... muy buen resumen gracias :D
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