martes, 15 de diciembre de 2009

USA. Día 9: Nueva York - Staten Island, SoHo, Little Italy, Chinatown y Harlem


18 de junio de 2009, jueves.


Nuestro penúltimo día en los Estados Unidos amaneció lloviendo, con niebla y con temperaturas muy bajas pese a la proximidad del verano. Aún nos quedaban por ver en Nueva York un montón de cosas fundamentales, algunas de ellas como subir al Empire State o tomar el ferry a Staten Island las habíamos pospuesto días atrás debido al mal tiempo, con la esperanza de encontrar un día despejado en el que poder disfrutar de vistas más amplias. Pero ya no nos quedaba demasiado tiempo. Al día siguiente teníamos que tomar el avión de regreso a Madrid.

Aprovechamos la cercanía de nuestro hotel a Macy's para realizar las últimas compras con la esperanza de que mientras dejara de llover.

Cuando terminamos aún seguía lloviendo pero ya no podíamos perder más tiempo, así que decidimos tomar el metro hasta South Ferry y allí tomar el ferry gratuito que comunica Staten Island con Manhattan.

Durante el trayecto, de unos 25 minutos, dejó de llover y la niebla poco a poco se fue disipando permitiéndonos disfrutar de unas vistas fabulosas de la Estatua de la Libertad, Ellis Island y del Lower Manhattan, que se ofrecía místico e intemporal cercado por negros nubarrones.


Cuando regresamos a Manhattan compramos unos impermeables tipo bolsa de basura con tres agujeros para la cabeza y los brazos, y ya bien pertrechados nos fuimos a caminar primero por el SoHo, acrónimo de South of Houston, por ser el barrio que se encuentra al sur de Houston St.

La formidable arquitectura de hierro colado de sus edificios, en su mayor parte almacenes construidos en el último tercio del s. XIX, atrajo a partir de la década de 1950 a numerosos estudiantes y artistas que buscaban espacios amplios, diáfanos y sobre todo económicos en los que instalarse, dando origen a los famosos lofts. Con el tiempo estos lofts fueron perdiendo esa apariencia bohemia convirtiéndose en lujosos restaurantes, galerías de arte y viviendas de alto nivel y estética retro.

En el número 25 de Mercer St. encontramos el estudio de mi pariente lejano Alejandro Ingelmo
;-p

Continuamos caminando por Mulberry St, la calle principal y casi única de lo que queda de Little Italy, que se ha dejado comer el terreno por Chinatown. De los cerca de 40.000 italianos que habitaban el insalubre Little Italy hoy quedan tan sólo unos 5.000, pero pese a esta disminución de la población italoamericana el barrio mantiene su carácter genuino con colores, olores y sabores que recuerdan a la península de la bota.

En Chinatown viven en la actualidad más de 150.000 chino-americanos. Se trata de la comunidad china más grande fuera de Asia. El barrio está repleto de restaurantes, tiendas de complementos, decomisos y tiendas de baratillo.

Algunos edificios presentan una arquitectura típicamente oriental y la mayoría de los rótulos están escritos con caracteres chinos.

Algunas de las tiendas, especialmente las de moda, tienen de cara a la calle bolsos, cinturones, gafas de marcas chinas; pero cuentan con una trastienda camuflada a la que se accede a través de un falso tabique, de una estantería giratoria o similar, y en la que se comercia con falsificaciones perfectas de las grandes marcas, Gucci, Prada, Armani, Versace, etc. a precios realmente irrisorios. Diana se llevo 3 bolsos por 60$, unos 40€.

Eran más de las cinco de la tarde cuando terminamos de recorrer las calles principales de Chinatown. Estábamos empapados y nos pasamos por el hotel para cambiarnos y descansar un rato antes de tomar el metro hasta otro de los barrios étnicos más atractivos de Nueva York: Harlem.

El rey de Harlem, de "Poeta en Nueva York"

¡Ay, Harlem, disfrazada!
¡Ay, Harlem, amenazada por un gentío de trajes sin cabeza!
Me llega tu rumor,
me llega tu rumor atravesando troncos y ascensores,
a través de láminas grises
donde flotan tus automóviles cubiertos de dientes,
a través de los caballos muertos y los crímenes diminutos,
a través de tu gran rey desesperado
cuyas barbas llegan al mar.

(Federico García Lorca, 1929-30)



Hacia las 19:00 tomamos el metro hasta Columbia University. La universidad en la que estuvo matriculado Federico García Lorca, entre 1929 y 1930, sería nuestro punto de partida para conocer Harlem.

Llama la atención que entre el profesorado presente y pasado de esta universidad haya 49 premios Nobel. Entre los antiguos alumnos, a parte del mencionado poeta granadino, destacan Isaac Asimov, J. D. Salinger, James Cagney o Joan Rivers.

Caminamos varias manzanas por Amsterdam Avenue hasta cruzar con Martin Luther King Bulevard, que tomamos a la derecha para llegar hasta el mítico Apollo Theatre, en 253 W 125th St.

Abierto en 1913 como teatro de ópera sólo para blancos, paradójicamente habría de convertirse, a partir de los años 30 y 40, en el local de música negra más reputado de Harlem. El jazz, el bop o el swing fueron los ritmos de moda, y celebridades como Billie Holiday, James Brown, Charlie "Bird" Parker, Thelonius Monk y Aretha Franklin, hicieron en el Apollo sus primeros pinitos.

Más tarde, a finales de los años 60, sería un jovencísimo Michael Jackson, de sólo 11 años de edad, quien se convertiría en estrella liderando a los Jackson Five sobre el escenario del Apollo Theatre.

Desde el Apollo fuimos caminando hasta el no menos mítico Cotton Club, donde esperábamos poder cenar y disfrutar de una actuación de jazz. Pero por el camino nos detuvimos en una zapatería, la cual para promocionarse, tenía organizada una auténtica fiesta hip-hop en directo y estaba a reventar de negros. ¿Cómo perderse algo así en pleno corazón de Harlem? Para dentro que nos fuimos los dos blanquitos. Durante media hora nos sentimos realmente integrados en el ambiente del barrio d:]

Y menos mal, porque cuando llegamos al Cotton Club, éste se encontraba cerrado. Aunque como dentro se escuchaba música me decidí a rodear el edificio buscando otra entrada. Encontramos otra puerta, que debía ser de servicio, juntada, pero con un ligero empujón la abrimos. No había público en la sala pero para nuestra sorpresa una enorme negra con una potentísima voz cantaba sobre el escenario, acompañada por una banda de músicos talluditos, y nos hacía señas para que pasáramos y nos sentásemos. Así lo hicimos. Todos los miembros de la banda estaban en chándal, hasta La Estrella -permítaseme la alusión a la protagonista de Ella Cantaba Boleros, pero ciertamente en aquel momento me acordé de Guillermo Cabrera Infante-, que en esta ocasión era la actriz y cantante Sandra Reaves-Phillips. Estaban ensayando y lo cierto es que sonaban como los ángeles. Después de tocar un par de temas Sandra bajó del escenario y se acercó a saludarnos y a entregarnos publicidad de la actuación que estaban preparando. Iban a tocar en público la noche del próximo domingo, pero para entonces nosotros ya estaríamos en Madrid...

1 comentarios:

Alexander Corleone dijo...

Me encanto este post, estan muy buenas las fotografias...

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