martes, 9 de septiembre de 2008

De ruta por los Lugares Colombinos


El pasado 10 de agosto, aprovechando nuestra estancia en Isla Canela (Huelva), Diana, el pequeño Héctor y yo, realizamos una visita a los Lugares Colombinos.

Los Lugares Colombinos es una ruta, declarada conjunto histórico artístico, en torno a aquellos lugares andaluces que tuvieron una especial relevancia en la preparación y realización del primer viaje de Cristóbal Colón que dio como resultado el Descubrimiento de América. En concreto, forman esta ruta dos localidades limítrofes entre sí de la provincia de Huelva: Palos de la Frontera, en cuyo término municipal se encuentra además el Monasterio de La Rábida, y Moguer.

Tomamos la A49, Autopista del Quinto Centenario, y nos desviamos por la comarcal A494 para, en unos pocos minutos, llegar a la localidad de Palos de la Frontera, conocida como (y en su escudo así figura) cuna del Descubrimiento de América.

Palos en la actualidad es una pequeñísima población de poco más de ocho mil habitantes y uno al llegar a ella no puede más que preguntarse qué caprichosos designios del destino hicieron que este humilde rincón del planeta acometiera una de las mayores azañas de la historia de la humanidad: el descubrimiento de América. En la actualidad los palermos viven fundamentalmente de la agricultura, siendo su principal motor económico el cultivo del fresón, que se exporta a gran parte de la Unión Europea. Poco o nada queda ya de su tradición marinera, al parecer el Descubrimiento produjo la emigración masiva hacia América de su flota comercial y pesquera, que desde entonces no se ha recuperado.

Desde su desaparecido puerto partieron el 3 de agosto de 1492 las carabelas La Pinta y La Niña y la nao Santa María, con el Almirante Cristóbal Colón y los hermanos Pinzón, rumbo a Oriente por Occidente. El encontronazo con América se produjo el 12 de octubre, en cuyas costas naufragó la Santa María, utilizándose sus maderos para la construcción del primer fuerte en las tierras conquistadas. Los otros dos navíos regresaron a Palos, por separado, el 15 de marzo de 1493.

En Palos se encuentra, en excelente estado tras varias restauraciones, la iglesia de San Jorge Mártir (siglo XV), donde se leyó la Real Provisión de los Reyes Católicos que instaba a la entrega de dos carabelas aprovisionadas a Colón.


También puede visitarse en esta ciudad, con cita previa en el ayuntamiento, la Casa Museo de Martín Alonso Pinzón, padre de los tres hermanos que partieron en la expedición: Martín Alonso Pinzón, Vicente Yáñez Pinzón y Francisco Martín Pinzón. La casa es fácilmente reconocible por su señorial fachada, aunque sobria, del siglo XVI. En su interior pueden admirarse útiles de navegación, pinturas y mapas relacionados con la gesta colombina, así como objetos de diferentes épocas pertenecientes a la familia Pinzón.

Tomando la carretera hacia Huelva llegamos al monasterio franciscano de La Rábida, lugar donde se fraguó el viaje de Colón y que en 1949 fue declarado Primer Monumento histórico de los pueblos Hispánicos. El edificio se encuentra situado muy cerca del Atlántico, en un pequeño cerro junto a la desembocadura del río Tinto, donde éste se une con el río Odiel conformando la ría de Huelva. Hasta allí llegó por primera vez Colón en 1485 buscando hospedaje y conoció a Fray Juan Pérez y a Fray Antonio de Marchena, hombres claves para su empresa, que intermediaron con los Reyes Católicos y le pusieron en contacto con Martín Alonso Pinzón y otros hombres influyentes de la zona.


Por La Rábida también pasarían al regresar de sus viajes de conquista Hernán Cortés, Gonzalo de Sandoval y Francisco Pizarro.

Muy cerca del monasterio se encuentra el Muelle de las Carabelas, construido en 1992 con motivo del V Centenario del Descubrimiento de América. Se trata de un museo donde, además de útiles para navegar y mapas de la época, pueden visitarse unas réplicas a escala real de La Niña, La Pinta y La Santa María. Estas naves fueron utilizadas, entre otras actividades, para el rodaje de la película de Ridley Scott, 1492: La conquista del paraíso.

Tras pasar por la tienda de souvenirs y llevarnos una reproducción de un globo terráqueo antiguo y el libro Cuarto viaje colombino, de Hernando Colón, hijo del Almirante, tomamos de nuevo la carretera dirección a Huelva, cruzamos por un puente hasta la otra orilla del río Tinto y en la punta que llaman del Sebo, donde el Tinto y el Odiel mezclan sus aguas, visitamos el Monumento a la Fe Descubridora. Se trata de una estatua de 37 metros de altura que fue donada por los Estados Unidos en 1929. Aunque es popularmente conocida como "el monumento a Colón", representa en realidad a un monje franciscano de La Rábida, cubierto por un manto y apoyado en una cruz.


Volvemos a la carretera y tras deshacer los a penas 5 kilómetros que nos separan de Palos, tomamos de nuevo la A494 hasta Moguer.

La visita a Moguer tiene una doble razón:

La primera es visitar los lugares relacionados con el viaje de Colón. Principalmente el Convento de Santa Clara -donde, tras regresar del viaje Descubridor, Cristóbal Colón pasó la primera noche en vela cumpliendo con un voto realizado en alta mar, cuando una tempestad estuvo a punto de hacer zozobrar a La Niña- y el Puerto de la Ribera -el antiguo puerto moguereño que contaba con muelle de carga, varadero y astilleros, en los que se construyó entre 1487 y 1490 la carabela La Niña-.


Y la segunda razón es la de conocer todo lo relacionado con el poeta, Premio Nóbel de Literatura, Juan Ramón Jiménez, nacido en Moguer el 23 de diciembre de 1881. Pero esto bien merece un artículo a parte.



Además de estas dos razones que aparecen en cualquier guía turística, una vez visitada la ciudad, yo añadiría una tercera. La del mero placer de perderse por las calles empedradas de una de las ciudades más bellas de Andalucía. Disfrutando a cada rato de sus plazas soleadas o de sus majestuosas iglesias coronadas por espadañas y recreándonos la vista con las hermosas fachadas de sus casas, encaladas, con zócalos de color albero o colores pastel, enormes ventanas que van desde el suelo hasta el techo, enrejadas al tradicional modo andaluz, y graciosas cornisas, cobijo de golondrinas. Una arquitectura que recuerda mucho a la llamada arquitectura colonial de varias poblaciones de América. A buen seguro que Moguer ha tenido algo que ver en esto...


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1 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante, pero creo que La Pinta nunca volvió a Palos. Entró en Baiona el 1 de marzo de 1493, en lo que hoy se llama Praia Ribeira, muy desmejorada y allí mismo se desguazó. Saludos, AK-47.

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