jueves, 23 de agosto de 2007

Cogiendo nivel

Esta tarde no hacía demasiado viento en la Malva o al menos no parecía hacer más que otros días. El caso es que después de mucho pensarlo me decidí a sacar la cometa. La desplegué sobre la arena y le monté las líneas con total facilidad. No llevaba el anemómetro, pero el viento no creo que alcanzara los diez nudos. Pues bien, resulta que cuando he cogido los mandos y he tirado suavemente de las líneas de ataque, la cometa se ha elevado a toda velocidad, arrastrándome por la playa cerca de veinte metros. Ya hacía tiempo que no me llevaba un buen susto. Se conoce que las condiciones del viento eran bien distintas a veinticinco metros de altura.

Yo, lejos de acobardarme como otras veces y liarme a desmontarla, he optado por mantenerla en el aire y probar si servían de algo los casi tres meses que llevo practicando. Las líneas silbaban violentamente mientras yo comprobaba la apertura de mi ventana de viento, con la precaución de no alejar la flexi demasiado del zenit. A continuación he comenzado con los saltos, al principio sin tomar a penas carrerilla, no fuera que acabara en lo alto de una palmera del Paseo. Después, una vez comprobado que la cometa reaccionaba estupendamente, de manera progresiva he ido aumentando la fuerza de mi carrera y los saltos comenzaban a ser bastante espectaculares, al menos para mí y algunas personas que caminaban por el Paseo y se han sentado a verme. En algún salto yo creo que he llegado a superar los dos metros de altura, pues muy cerca de mí había unos postes de esos que sirven para colocar las redes de volley y me servían de referencia. En horizontal calculo que me desplazaba unos ocho metros, lo que demuestra la excelente estabilidad de la Rage, dándome tiempo en el aire más que suficiente para dirigir con los mandos la cometa y preparar la caída.

Pues estaba yo en esto lamentándome de no haber ido esta vez con alguien para que me sacara unas fotos, cuando de pronto una jovencita tímidamente se ha acercado hasta donde yo estaba y, con acento francés, me ha pedido permiso para fotografiarme. Algunas veces no hay más que desear las cosas para que sucedan. Yo he estado a punto de extender una mano con la palma hacia arriba, por ver si me caía un eurillo, como hacen en otros países. Pero por no soltar los mandos le he dicho que tomara todas las fotos que quisiera, con la condición de que me sacara guapo y de que luego me las mandara por email.

Así que si Chloe, que así se llama la francesita (parisina, por cierto), se porta bien y cumple con su promesa muy pronto podréis ver colgadas, para muestra de los incrédulos, las fotos en este blog.

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