viernes, 31 de agosto de 2007

Héctor Pérez Valiente


¡La primera foto de mi hijo Héctor!
A las 26 semanas de gestación en una pose con morritos a lo Jim Morrison...

martes, 28 de agosto de 2007

Sobrevuelan halcones


Ya hace algo más de dos años que escribí este poema. Era por la mañana temprano, bajaba por Antonio Leyva camino del metro de Marqués de Vadillo y como un poseso iba tomando notas en unas hojas del trabajo. Lo completé durante el largo trayecto que separa mi casa de la oficina, cerca de Cuzco. Lo triste es que todavía hoy este poema siga de actualidad...


Por mi calle sobrevuelan halcones
que habitan en las azoteas.

Por mi calle sobrevuelan halcones
vigías,
que rabiosos escupen llamaradas de fuego.

Por mi calle sobrevuelan halcones
imperiales y oscuras aves anidan
sobre los pozos de Basora.

En mi calle las casas están
vacías. Mis vecinos huyeron de un barrio
con paramentos salpicados de sangre.

En mi calle los alcorques están secos y las lágrimas
forman parte de la circulación
sanguínea. En mi barrio
montones de cadáveres descansan sobre cadáveres
y la carroña deambula sonámbula por las calles
armada. Llevan fusiles cargados de miedo
y sobre la espalda un gran fardo
portador de mutiladas esperanzas.

jueves, 23 de agosto de 2007

Cogiendo nivel

Esta tarde no hacía demasiado viento en la Malva o al menos no parecía hacer más que otros días. El caso es que después de mucho pensarlo me decidí a sacar la cometa. La desplegué sobre la arena y le monté las líneas con total facilidad. No llevaba el anemómetro, pero el viento no creo que alcanzara los diez nudos. Pues bien, resulta que cuando he cogido los mandos y he tirado suavemente de las líneas de ataque, la cometa se ha elevado a toda velocidad, arrastrándome por la playa cerca de veinte metros. Ya hacía tiempo que no me llevaba un buen susto. Se conoce que las condiciones del viento eran bien distintas a veinticinco metros de altura.

Yo, lejos de acobardarme como otras veces y liarme a desmontarla, he optado por mantenerla en el aire y probar si servían de algo los casi tres meses que llevo practicando. Las líneas silbaban violentamente mientras yo comprobaba la apertura de mi ventana de viento, con la precaución de no alejar la flexi demasiado del zenit. A continuación he comenzado con los saltos, al principio sin tomar a penas carrerilla, no fuera que acabara en lo alto de una palmera del Paseo. Después, una vez comprobado que la cometa reaccionaba estupendamente, de manera progresiva he ido aumentando la fuerza de mi carrera y los saltos comenzaban a ser bastante espectaculares, al menos para mí y algunas personas que caminaban por el Paseo y se han sentado a verme. En algún salto yo creo que he llegado a superar los dos metros de altura, pues muy cerca de mí había unos postes de esos que sirven para colocar las redes de volley y me servían de referencia. En horizontal calculo que me desplazaba unos ocho metros, lo que demuestra la excelente estabilidad de la Rage, dándome tiempo en el aire más que suficiente para dirigir con los mandos la cometa y preparar la caída.

Pues estaba yo en esto lamentándome de no haber ido esta vez con alguien para que me sacara unas fotos, cuando de pronto una jovencita tímidamente se ha acercado hasta donde yo estaba y, con acento francés, me ha pedido permiso para fotografiarme. Algunas veces no hay más que desear las cosas para que sucedan. Yo he estado a punto de extender una mano con la palma hacia arriba, por ver si me caía un eurillo, como hacen en otros países. Pero por no soltar los mandos le he dicho que tomara todas las fotos que quisiera, con la condición de que me sacara guapo y de que luego me las mandara por email.

Así que si Chloe, que así se llama la francesita (parisina, por cierto), se porta bien y cumple con su promesa muy pronto podréis ver colgadas, para muestra de los incrédulos, las fotos en este blog.

En Cuba no hablan español... Hablan cubano.

Qué se lo digan si no a mi amiga Yunia. Esta mañana al llegar al trabajo, en la bandeja del outlook, encontré el siguiente mensaje:

loco que bola? asere me tienes tira pal laton!! deja el descaro y escribe!!
jajajaja dime como tengo el cubano hoy??? mandao he!!
Carlos: de verdad deja el descaro y escribe asere.

besos pa diana, como esta el chama??
abrasos yunia


Jajajaja, todavía me estoy riendo. Os aseguro que tuve que leerlo varias veces para entender lo que me estaba diciendo. Yo estuve por responderle en buen castizo, pero ya hace tanto que dejé mi barrio de Fuenla que no me salía.

La verdad que no hay nada como empezar el día con buen humor.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Italia. Día 7: Florencia


14 de julio de 2007, sábado.

Desayunamos unos capuccinos con bollería en la via della Scala y nos cobraron un ojo de la cara por ocupar una pequeña mesita. Después nos acercamos a la estación de trenes Santa Maria Novella, queríamos informarnos a cerca de las posibles combinaciones con Pisa y Siena, ya que pensábamos realizar una excursión a estas dos ciudades el siguiente lunes. En la ventanilla de información amablemente nos indicaron que la mejor combinación es: Florencia-Pisa, Pisa-Siena con transbordo en Empoli y Siena-Florencia. En cuanto a los horarios no hay demasiados problemas, pues son bastantes los trenes que comunican Florencia con estas ciudades.

Después, junto a la estación, tomamos el autobús nº 13 que tras un larguísimo y pesado trayecto, ambientado por el vocerío y las risas de un grupo de adolescentes españoles hiper-hormonados, nos dejó en la Piazzale Michelangelo. Desde esta plaza, situada sobre una colina en la orilla izquierda del Arno, se disfrutan unas vistas maravillosas de la ciudad. Luego bajamos caminando hasta el Palazzo Pitti y en una frutería de barrio compramos unas riquísimas uvas, gordas y amarillas. Todavía me estoy preguntando de dónde vendrían en temporada tan temprana estas primeras uvas del año. Nos conformamos con ver la plaza y la fachada del palacio que fuera construido para la familia Pitti, rival de los Medici, pero es que son tantas las cosas que ver en Florencia que lo mejor es seleccionar si uno no quiere terminar saturado.

Desde la Piazza dei Pitti fuimos hasta la catedral de Santa Maria del Fiore, atravesando el Ponte Vecchio y la Piazza della Signoria, donde paramos a comer en un turístico restaurante. Luego, en la plaza del Duomo visitamos el Museo dell'Opera del Duomo, de visita imprescindible, pues en él se pueden ver, a parte de los tesoros escultóricos que se fueron retirando de la catedral en sus sucesivas reformas, el equipo que utilizó Brunelleschi para construir la cúpula, dos maquetas y varios planos. Además, en el entresuelo se encuentra la pietà inacabada que Miguel Ángel esculpió para su propia tumba. La escultura realmente representa el descendimiento de Cristo sujeto por la Virgen, la Magdalena y José de Arimatea, dispuestos de forma piramidal con el vértice en este último, que podría ser un autorretrato del artista.

Cuando salimos del museo visitamos el interior de la catedral, cuya escasa decoración contrasta con la rica fachada. Mención especial merecen los frescos de la enorme cúpula, comenzados en 1568 por Vasari y Zuccari y terminados por éste último y otros colaboradores en 1579. La parte superior, obra de Vasari, representa a Los 24 Ancianos del Apocalipsis. Otras secciones son, de arriba a bajo, los Coros de Ángeles, Cristo, María y los Santos, Virtudes, Regalos del Espíritu Santo, Beatitudes, Pecados Mortales e Infierno. Consideradas de calidad desigual debido a las colaboraciones de distintos artistas y a la utilización de diferentes técnicas. (Para información a cerca de la cúpula ver capítulo anterior).

Salimos del Duomo camino de la Basilica di San Lorenzo, reconstruida por Bruneleschi en 1425 por encargo de los Medici, pero eran las cinco de la tarde y ésta ya se encontraba cerrada. Entonces continuamos nuestro camino hasta la Galleria dell'Academia, donde después de ver la tremenda cola que había para entrar decidimos dejar el David, junto con la Capilla Medici de San Lorenzo, para el día siguiente.

Cuando llegamos al apartamento aún era pronto. Descansamos un rato y después aprovechamos para lavar la ropa sucia en un Wash & Dry cercano. Para mi era la segunda vez que utilizaba una de estas lavanderías self service. La primera fue en Amsterdam, hace ya seis años, después de recorrer media Europa en tren. Estas lavanderías suelen ser un buen lugar para conocer viajeros de cualquier parte del globo o para charlar relajadamente con bohemios habitantes locales. Diana, en un "te cambio este poco jabón por el suavizante que te sobre", se hizo amiga de un simpático japonés.

Después de hacer la colada decidimos darnos un homenaje. Nos pusimos guapos y fuimos a cenar a una trattoria que nos había recomendado el propietario del apartamento. Su nombre: Il Giardino, en via della Scala 61. Yo pedí una bistecca alla fiorentina con guarnición de patatas, una botella pequeña de vino toscano Domasco Chianti y de colofón un digestivo limoncello. Diana, osobucco y de postre tiramisù. Todo ello servido además en español por una simpatiquísima mulata de Ciego de Ávila (Cuba). Calidad-precio excelente.

En comparación con Nápoles y Roma (ya sé que las comparaciones son odiosas y esta además es simplista) la gente que hemos encontrado en Florencia es mucho más agradable. Siempre te atienden con una sonrisa. Además la ciudad por su pequeño tamaño y su gran belleza resulta muy agradable para pasear. No hay un tráfico excesivo de vehículos y la mayor parte del centro es peatonal. Lástima que su ambiente más tradicional se vea aveces empañado por la masificación turística.

martes, 21 de agosto de 2007

De Madrid a Ulan-Bator


Esta es la genial aventura que desde hace unos cuantos años con el nombre de Mongol Rally viene organizando The adventurists. Tradicionalmente la salida ha sido desde Londres, pero este año debido a la importante participación española (10 equipos), The adventurists decidió contemplar una salida alternativa desde Madrid.

Esta singular carrera, de carácter benéfico, que recuerda a aquella conocida serie de dibujos animados Los autos locos, tiene como única limitación el que los coches no pueden superar los 1000cc ni las motos los 125cc (aquellos vehículos que superen esta cilindrada deben pagar una multa de 100 libras por cada 100cc que sobrepasen el límite). Otro de los alicientes es la inexistencia de una red de apoyo; es decir, cada participante únicamente depende de sí mismo y de su vehículo.

Una verdadera aventura que dio comienzo en la Puerta del Sol de Madrid el pasado 20 de julio y que transcurrirá a través de España, Francia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Turquía, Armenia, Azerbaiján, Turkmenistán, Kazajstán, Uzbekistán, Rusia y Mongolia. Y que además podemos seguir, casi en tiempo real, desde los blogs de algunos de los participantes:

Atopocu Two, desde su cuaderno de bitácora, cuenta de una manera ágil, condensada y sobre todo con mucho humor, sus peripecias sobre una vespa. Muy recomendable.

R-77, dos hermanas canarias y un corsita.

Genghis Kar, dos hombres y una furgona.

Spanish Adventurers, dos hombres y un AX del 95.

Omeyas to Mongolia, dos cordobeses y un Marbella del 94.

También existe la posibilidad de ver en la pagina oficial (http://www.mongolrally.com/) donde se encuentra cada participante pinchando en on the road.

lunes, 20 de agosto de 2007

Pequeños saltos

Maravilloso fin de semana. Con viento de levante de entre 12 y 15 nudos pude practicar mi salto favorito, el de la rana, y unas cuantas arrastradas...

;-p






domingo, 19 de agosto de 2007

Blasco Ibáñez contra la guerra de Cuba

Retomando de alguna manera el post anterior, me gustaría transcribir algunos fragmentos de varios artículos muy interesantes que Blasco Ibáñez publicó, en su diario El Pueblo, a cerca de la guerra de Cuba. Estos artículos provocaron la persecución del escritor republicano y la condena a dos años de cárcel, de los que únicamente cumplió siete meses por conmutación de la pena.

El 24 de febrero de 1895, los independentistas cubanos se sublevan en Baire al grito de "¡Viva Cuba libre!" Pronto se han de hacer famosos los nombres de José Martí, Máximo Gómez y Maceo, pero tan sólo cuatro días después del alzamiento, cuando aún se desconoce el alcance de la rebelión que desembocará en el llamado Desastre del 98, Blasco Ibáñez escribe un artículo que llama "Lo de Cuba":


[...]

Como era de esperar, el partido conservador, todos los representantes de la política cubana, eminentemente reaccionaria y principal culpable de los descalabros que nuestra patria a sufrido en dicha isla, han tomado pretexto en los recientes sucesos para abominar de las reformas antillanas que todavía están pendientes de discusión en el Senado.
No. la reciente insurrección (si es que realmente existe) no es el producto de las reformas, si no de los muchos años de despotismo arbitrario, de dictadura militar que viene sufriendo la isla de Cuba.



Si la restauración no hubiera mantenido en las Antillas ese régimen de procónsules con fajas y charreteras que tan tristes resultados produjo en tiempos de Isabel II; si se hubiera colocado a nuestras posesiones de América al mismo nivel de libertad y derechos que merecen por su cultura no habríamos tenido que lamentar esas intentonas separatistas que tantos perjuicios han causado a la patria.


Los que amamos la libertad con todas sus grandezas y todos sus defectos, debemos emplear la misma vara de medir en la Península que en las Antillas.


No. Las reformas que se propone establecer el gobierno en la isla de Cuba no pueden ser motivo de sedición.


Nadie protesta ni se subleva por que le concedan más libertad.


El movimiento separatista es consecuencia de opiniones anteriores.


[...]


Imitemos el ejemplo de Inglaterra maestra en el arte de conservar las colonias cuando éstas alcanzan un grado de cultura igual al de la metrópoli.


Concedamos a Cuba la autonomía completa que de derecho le corresponde, como Inglaterra se la concedió al Canadá y veremos inmediatamente como la gran Antilla permanece tranquila sin necesidad de mantener en ella un gran ejército, y cómo en vez de maldecir a la patria española, la ama y la bendice.


Blasco Ibáñez defiende no sólo la autonomía de la isla, pues sabe que ya es demasiado tarde, si no la independencia total de la misma. Pocos días después, ante el embarque de tropas efectuado en el puerto de Valencia el día 8 de marzo, Blasco denuncia de forma desgarradora las injusticias sociales de un país donde sólo los pobres son obligados a combatir. Escribe el "El rebaño gris":

Ayer fue embarcado en nuestro puerto el regimiento peninsular.

!Hermoso espectáculo!

Una masa de jóvenes vestidos con trajes de mecánica, pasando el portón que conducía a la escala del Antonio López, mirando en derredor con cierto azoramiento, andando como sonámbulos, sin osar volver la mirada atrás por miedo a que la tierra patria, que tal vez no vuelvan a ver, despertase en su memoria penosos recuerdos que hiciesen asomar las lágrimas a sus ojos. Un rebaño gris que, mansamente guiados por pastores tristes y desdentados, avanzaba sobre los embreados maderos, subiendo la escala para desaparecer en las entrañas del trasatlántico.

...] allá va con rumbo a las Antillas nuestra juventud robusta, arrancada al trabajo de los campos, a la industria de las ciudades, para caer exánime en la manigua o en el lecho caliente y apestado aún por el último moribundo, llamando en vano a la madre separada de ellos por miles de leguas.

Triste y oscuro es su porvenir, pero no pueden quejarse de la despedida.

Lo más selecto y distinguido ha ido a saludarles al alejarse de la Península.

Los que cobran los pingües sueldos de Cuba; los que por su nacimiento están seguros de que en caso de ruina el gobierno les dará algún puesto en las Antillas de esos que permiten hacer milagros; las gentes pudientes que por obra y gracia de seis mil reales tiene la generosidad de renunciar al alto honor de servir a la patria, fueron los que con más puntualidad acudieron a despedir a esos humildes obreros, enfundados en un uniforme, respetable, sí, porque es la vestidura reservada a los parias, a los pobres, a los desgraciados.

No pueden quejarse esos infelices que se alejan con rumbo a la muerte. En la orilla estaban las madres y las hermanas conteniendo los sollozos. Veíanse las mujeres de los sargentos tragando sus lágrimas para no asustar a los niños que miraban con asombro en la popa del buque al padre vuelto de espaldas para ocultar su emoción; era dolorosa la despedida; pero ya estaban allí las autoridades para animar al rebaño repartiendo pesetas y tabaco, y tampoco faltaban hablando de la patria, honor, etc., esos buenos burgueses que a la menor alteración de orden público corren a esconderse en el último pueblo de la provincia, pero que, belicosos por afición, gustan de leer por las noches, en la caliente cama y con el gorro de dormir, las noticias de las batallas, y por las mañanas digieren mejor el chocolate si saben que hemos vencido.

¡A Cuba, sí! Debemos defender nuestros intereses. Por el honor de España tenemos que guardar fusil en mano los millones de los negreros jubilados; debemos conservar la isla para que no se interrumpan las remesas de ladrones; es preciso conservar nuestras Antillas tal como hoy están, para que el mundo civilizado pueda apreciar un ejemplo palpable de cómo se gobernaban las colonias en tiempo del absolutismo.

El porvenir no debe inquietar a ese rebaño gris de infelices que se aleja. Más de una mitad estará antes de tres meses pudriendo tierra...pero ¿qué importa esto? También gozaran el envidiable honor de que Romero Robledo u otro de los ingeniosos políticos que tienen ingenios en Cuba los llore en el Congreso como héroes, como mártires de la patria, sin enterarse siquiera de sus nombres.

[...]

El 5 de septiembre de 1896 en "Que vayan todos: pobres y ricos" dirá:

Ayer era mucha la gente que en el puerto contemplaba el Transatlántico Sarastegui, anclado junto a la riva, enorme monstruo de hierro que arrojaba negruzco hálito por la boca de su chimenea, como jadeante de impaciencia por llenar presto su cóncavo vientre con la carne de pobre, la carne de esclavo que una ley absurda envía a las Antillas para que la devoren las fiebres y las penalidades de la campaña.

Ayer, aglomerado en lanchones y subiendo las empinadas escalerillas de los costados, iba entrando en el buque el rebaño gris, la cohorte de desgraciados que no tienen padres ni seis mil reales, ni cacique que les proteja, y que víctimas del desbarajuste nacional y de absurdos privilegios, marchan a la guerra para derramar su sangre por esa integridad nacional que sólo parece interesar a los pobres.

[...]





El 11 de octubre de 1895, Blasco Ibáñez arremete contra los intereses económicos de la guerra en "¿A quién aprovecha?":

[...]

Terrible es para España la guerra que sostiene en Cuba; sacrificios sobrehumanos y torrentes de sangre nos cuesta el mantener la bandera nacional en aquella isla; verdadera Barataria, a la que han ido a enriquecerse todos los Sanchos más o menos maliciosos de la restauración; pero tras tantas desdichas, también se ocultan magníficos negocios, y cabe decir imitando al latino:

¿A quién aprovecha la guerra de Cuba?

Aprovecha a los bolsistas sin conciencia, que, partidarios fanáticos de la baja, esperan con ansiedad un cataclismo nacional y hacen votos para que nuestros soldados perezcan en espantosa derrota y sean macheteados a miles para poder ellos pescar millones en el pánico que tales hecatombes producen en la Bolsa.

[...]

Vayan tranquilos los infelices reclutas a morir en Cuba. Su triste suerte podrá sumir en eterno dolor a sus familias; pero que se consuelen al conocer que su muerte sirve para algo.

Al principio de la guerra sabían que su heroico sacrificio servía para conservar una fuente inagotable de riqueza a todos los personajes arruinados, a todos los sablistas de buen porte que durante el presente siglo, gracias a los protectores políticos, han ido a Cuba a robar escudados tras la credencial.

[...]




Y con mayor dureza si cabe denuncia los intereses económicos de los jesuitas, haciendo gala de esas ideas anticlericales y antimonárquicas que le caracterizaron, en "Cargamento de carne", publicado el 31 de octubre de 1896:

[...]

No es bastante que el pobre que carece de dinero para redimirse tenga que ir a exponer su pecho a las balas, mientras otros, por su afortunado nacimiento, permanecen tranquilos en sus casas; no es suficiente el peligro de caer en el lecho de un hospital, víctima de las fiebres tropicales, si es que su vida la respeta el plomo enemigo; les queda a los infelices predestinados un tormento más que sufrir: el de regresar a la Península en un buque de la Trasatlántica como enfermos incurables.

Enflaquecidos, medio desnudos, sufriendo toda clase de necesidades, amontonados en el fondo de lúgubre y asfixiante sollado como los negros iban en las entrañas del bergantín negrero, han llegado a Cádiz los pobres defensores de la patria a bordo de un buque de esa Trasatlántica, empresa jesuítica que podía chapar de oro toda su flota con el dinero que le ha sacado a la nación española y el que le sacará.

¿Es que aquí no hay justicia ni se oyen las lamentaciones de los infelices? ¿Es que el patriotismo de los monárquicos consiste en ser accionistas de esa compañía y aprovecharse de las desdichas del país para proporcionarla escandalosos negocios?

[...] lleva cobrados, ad majoren Dei gloriam millones de duros por los transportes de la guerra de Cuba, y sin embargo, las expediciones de soldados y enfermos son cargamentos inhumanamente realizados, que servirían de lección a los antiguos negreros de Guinea.

El que en sus barcos entra haraposo se queda desnudo; el sediento se muere de sed; el hambriento, si no tiene dinero, se contenta con un rancho de agua sucia; y es que semejantes a los sacristanes que a fuerza de quitarles el polvo a los santos se familiarizan con ellos y concluyen hablándoles de tú, esas gentes que se enriquecen y negocian a la sombra de la Iglesia, a fuerza de tutearse con la religión católica, acaban por olvidar las obras de misericordia.



El 14 de agosto de 1896, contra de la recluta voluntaria escribe "Los mercenarios":

[...]

La nación necesita hombres que vayan a defender su integridad en la manigua cubana, carne dócil y obediente, no para recibir las balas de los emboscados y el machete del insurrecto, sino para que la pudran con su hálito mortal sobre los camastros de los hospitales, esas fiebres antillanas que auxilian a Gómez y a Maceo más eficazmente que la protección de los yankées. No basta ya la juventud obrera arrancada al campo y al taller entre los dolorosos alaridos de la madre y el hondo pesar del viejo obrero, que se echa en cara con desesperación la honrada pobreza que no le permite poseer el puñado de billetes que libra a su hijo de la muerte; no es suficiente pasto para el infierno de la Antilla ese rebaño gris que, sombrío y resignado sale de los cuarteles con dirección a los puertos y desde la popa de los trasatlánticos dice ¡adiós! A España; es ya necesario acudir al apoyo del hombre que vende su cuerpo, a la recluta voluntaria, al abanderamiento de lo más peorcito del país, de la espuma infecta que sobrenada en los más misteriosos y oscuros rincones de la sociedad.

Alguien habrá que voluntariamente, poseído por el entusiasmo, se deje arrastrar por la recluta y lleve en sí el germen de un héroe, pues aquí lo único que no hemos perdido con el transcurso del tiempo es la recria de valientes; pero la mayoría de esos soldados que compra la patria van allá impulsados por el hambre o la holgazanería, y bien pudiera suceder, como indican algunos periódicos, que con la recluta, lo que se haga es enviar refuerzos a la insurrección.

[...]

Esa guerra de Cuba, por extraña contradicción, al par que es la ruina de la patria sirve de enriquecimiento a los merodeadores de la desgracia nacional. España se arruina, pero Comillas, con sus trasatlánticos, gana millones; los potentados de Cuba que residen en la Península ven garantizadas por las armas y la sangre de los pobres la posesión de los ingenios o señoríos feudales que heredaron como valioso resumen de las rapiñas de sus antecesores; y ahora, para generalizar el negocio se hacen ricos los traficantes de carne humana, los negreros con autorización, que recorren las tabernas donde albergan los vagos, o las plazas donde pasean su hambre y sus brazos desalentados los obreros sin trabajo; y a unos con el vino que enloquece y a otros con seductoras mentiras que turban, los conquistan para que pasen el mar y mueran por la nación, que paga tal sacrificio con una cantidad, de la cual sólo una exigua parte llega al bolsillo de la víctima.

Siempre han dado fatales resultados las guerras en las que ha habido necesidad de acudir a la recluta voluntaria, al auxilio mercenario, a los brazos comprados con dinero.
Para la defensa de la integridad nacional lo primero que se requiere es entusiasmo; que la juventud sin distinción de clases sociales corra a las armas como en la epopeya de la Independencia. En cualquiera de nuestras luchas políticas, en los movimientos revolucionarios o en las guerras carlistas, ha habido más abnegación y entusiasmo que en el presente.
Ahora que se trata de la conservación de Cuba, sólo van allá entre lágrimas y consternación los forzados reclutas, las víctimas de su pobreza o los que se venden por desesperación o por vicio. En las clases poderosas, en las que viven entre riquezas, no se ve el menor intento de sacrificio ni se registra el ejemplo de un solo individuo que, abandonando el regalo de su existencia, vaya a pelear en la manigua.


[...]

Si alguien está interesado en leer íntegramente estos y otros artículos, el recientemente fallecido José Luis León Roca realizó una recopilación que publicó en 1978 como "Artículos contra la guerra de Cuba".

__________________________________
Imágenes tomadas de:

http://www.latinamericanstudies.org/mambises.htm
http://www.editorialbitacora.com/armagedon/cuba/cuba.htm
http://www.elmundo.es/magazine/num114/textos/bill.html
http://storm.prohosting.com/extraofi/barcos_cuba/barcos_guerra_cuba.html

sábado, 18 de agosto de 2007

Blasco y Sorolla inventaron la Malvarrosa

El pasado 15 de agosto visité con mi familia la Casa-Museo Blasco Ibáñez, el enorme chalé en el cual vivió y escribió algunas de sus obras más importantes el escritor valenciano. Esta villa se construyó en 1902 junto a la playa de la Malvarrosa, a muy pocos metros de donde yo resido temporalmente, y desde 1997 está abierta al público como museo. Para conmemorar el décimo aniversario la institución ha organizado una exposición temporal que ha llamado "Blasco y Sorolla inventaron la Malvarrosa". La exposición trata de presentar los puntos de cohesión de ambos artistas valencianos con la playa de la Malvarrosa como telón de fondo, la cual fue parte importante de sus vidas y de sus obras.


La exposición presenta pequeñas piezas del pintor, de temas valencianos, cedidas por la Casa-Museo Sorolla de Madrid. Estas pequeñas piezas no son, como se pensaba, ni bocetos ni estudios preparatorios sino obras acabadas que el pintor realizaba para sí mismo. Principalmente óleos pintados al aire libre de una manera suelta y rapidísima y que tratan de recoger un instante preciso, siguiendo con los cánones impresionistas. Los soportes muchas veces improvisados, suelen ser cartones o tablas de madera que Sorolla, por su pequeño tamaño, podía llevar siempre consigo. Respecto a los temas, abundan los costumbristas y de paisajes, en los que el pintor, con pincelada menuda, aplica colores primarios sin mezclar, consiguiendo que posteriormente estos colores se unan en la retina del espectador, tal y como expone la teoría del divisionismo. Algunos críticos de arte han dado en llamar a su impresionismo tardío "luminismo" debido a la extraordinaria presencia de la luminosidad mediterránea en sus obras.



De Blasco Ibáñez en la exposición encontramos numerosos recuerdos de los viajes que realizó, manuscritos, primeras ediciones de sus obras y diversos objetos personales.

Podemos decir que Blasco y Sorolla pertenecían a la misma generación: tan sólo se llevaban cuatro años (Sorolla nació en 1863 y Blasco en 1867), fueron amigos durante toda su vida y ambos cultivaron los temas costumbristas, culminando en el naturalismo al menos en el caso del escritor. Aunque algunos críticos sostienen que Sorolla con su pintura interpreta plásticamente temas de la literatura naturalista, quizás influido por Blasco Ibáñez, el cual realizó descripciones de la huerta valenciana y de su esplendoroso mar semejantes en luminosidad y vigor a los trazos del pintor.

Conviene añadir que tanto Blasco como Sorolla representaron un valencianismo poco apreciado por el resto de intelectuales de la época. Blasco incluso llegó a ser desterrado, encarcelado y obligado a exiliarse en varias ocasiones debido a su condición antimonárquica y anticlerical y a varios artículos publicados en El Pueblo, diario que el dirigía, en contra de la Guerra de Cuba. De hecho llama la atención que hoy en día el escritor valenciano ocupe un lugar especial en los planes de estudio de la isla, no siendo así en su país donde la indiferencia oficial lo mantiene retirado de los libros de texto desde la dictadura franquista.



Después de visitar el museo cogimos el coche y nos fuimos a conocer El Palmar, el pequeño pueblito de la Albufera en que se ambienta, la que quizás sea la novela más conocida de Blasco Ibáñez, Cañas y barro, publicada en 1902. Con Cañas y barro, de tema social, Blasco denuncia las penalidades que sufren los campesinos que luchan por emanciparse de la explotación de los terratenientes. En un ambiente de pescadores y arroceros, tres generaciones de la familia "los Paloma" conviven en El Palmar. El abuelo, el mejor pescador de la Albufera. Tono, su hijo, que ha consagrado su vida a ganar terreno al agua, acarreando tierra en su barca para conseguir un terreno donde poder cultivar. Y por último Tonet, el nieto, que recién regresado de la Guerra de Cuba, con su conducta, causa la deshonra de todos.



Cuando llegamos a El Palmar nos subimos en una pequeña embarcación y dimos un paseo por la Albufera emulando al mítico "tío Paloma" mientras atendíamos a las interesantes explicaciones del barquero. Éste nos hablaba de las típicas casas de la zona, llamadas barracas, y acerca de la prohibición de aterramiento del lago, el cual en sus orígenes ocupaba 30.000 hectáreas y hoy, gracias a esa prohibición, se mantienen inundadas unas 3.000. El resto son campos de arroz. También nos habló sobre las técnicas de pesca con redolins, cuya pesca más importante es la de la anguila.




Respecto a la conocida riqueza avícola de la Albufera, a pesar de no ser ni la hora ni la época más idónea, avistamos garzas reales, alguna garcilla y multitud de anátides.

Después del caluroso paseo en barca fuimos a comer al restaurante Casa Manolo i Tere, en la calle Redolins, 27 (telf. 961.620.356). Allí, cómo no, probamos el delicioso all i pebre de anguilas, un platito de esgarraet y la típica paella valenciana. De postre un ligero surtido de tartas, flanes, crepes y helados.

__________________________________________

Cuadros de Sorolla "Niños en la playa" y "La vuelta de la pesca", de http://mimosa.cnice.mecd.es/~arey4/cuadro_s.htm

viernes, 17 de agosto de 2007

Playa de la Malvarrosa 27/06/07

Mi primer video. Lo monté hace mes y medio, pero recientemente lo he subido a Youtube. A tope el volumen y ¡qué lo disfrutéis!

Árticulos anteriores relacionados: Flexifoil Rage 4.7




martes, 14 de agosto de 2007

Italia. Día 6: Florencia


13 de julio de 2007, viernes.

A pesar de que madrugamos, perdimos el intercity que a las 8:55 partía de Roma Termini con destino Florencia, Santa Maria Novella (SMN), y tuvimos que esperar hasta el de las 10:57, que aunque no tenía parada en SMN sí lo hacía en las estaciones florentinas de Campo di Marte y Rifredi, desde donde es muy sencillo conectar, en pocos minutos, con la céntrica SMN. Entre un intercity y otro salieron varios regionales pero no nos interesaban, pues hacen numerosas paradas, cubriendo el trayecto Roma-Florencia en tres horas y media, cuando un intercity lo hace en menos de dos y media. En este tiempo que estuvimos esperando también salió un eurostar, que en tan solo hora y media llegaba a Florencia; pero viajando con interrail, que es como viajábamos nosotros, no tienes acceso a los trenes de alta velocidad, así como tampoco tienes reservado el asiento en ningún tipo de tren, lo cual íbamos a notar de camino a Florencia, teniéndonos que cambiar de compartimento en varias ocasiones; pero al menos fuimos sentados todo el camino.


Al llegar a Florencia nos dirigimos al hotel en que habíamos reservado, Relais Florence, en via della Scala 48, a unos pocos metros de la estación de Firenze SMN. Allí nos dieron la llave de la habitación, que en realidad estaba en otro edificio, caminando un par de manzanas por la via della Scala en dirección al centro, en via Benedetta. Se trataba de un pequeño apartamento que incluía una práctica cocina con nevera, horno, microhondas, fregadero y fuegos dentro de un armario de la propia habitación, el cual disponía incluso de un sistema que te permitía descolgar una mesa de una de las puertas. Nosotros no llegamos a utilizarla, ni la cocina ni el aire acondicionado por el cual habíamos pagado un precio adicional.

En este hotel pasaríamos cuatro noches, con lo cual teníamos tiempo más que suficiente para visitar la ciudad. Deshicimos la maleta y salimos a comer tranquilamente en el único sitio que seguía abierto a las tres de la tarde, uno de esos restaurantes nada recomendables por estar dirigidos a una clientela de paso, principalmente turística, y no a una clientela local. Después volvimos al apartamento para echarnos la siesta.



Por la tarde aún tuvimos tiempo para pasear relajadamente. Decidimos no llevarnos ni el plano ni la guía turística, dejándonos llevar por las viejas calles florentinas cargadas de historia. Florencia, como es sabido, fue la cuna del Humanismo y del Renacimiento y testigo sin igual de las más bellas letras de la lengua italiana. Deambulando por sus calles uno no puede dejar de pensar que por esos mismos lugares pasearon Dante, Boccaccio y Petrarca, Maquiavelo y los Medici, Botticceli, Leonardo y Miguel Ángel, y también Brunelleschi y tantos otros celebres personajes que cambiaron completamente la forma de pensar y el arte de la época, dejando una huella imborrable en la cultura europea. Ubi sunt?

Un rato largo nos detuvimos en la piazza del Duomo para contemplar la espléndida catedral de Santa María del Fiore, famosa por su enorme cúpula de 40 metros de diámetro y 56 de altura y considerada la primera obra arquitectónica renacentista. En aquella época la soportación de una cúpula de tales dimensiones era un problema irresoluble que Brunelleschi supo afrontar superponiendo dos bóvedas esquifadas octogonales, una dentro de otra, lo cual permitía un reparto de esfuerzos junto con una ligereza excepcional de la plementería. Mención especial merece también la fachada, cuya decoración, del siglo XIX, a base de mármoles policromados rosas, blancos y verdes causan una gran impresión a quien la visita por primera vez.




Desde allí caminamos hasta el río Arno y, siguiendo su curso, hasta el Ponte Vecchio. Luego tomamos la via Por Santa Maria y llegamos a la Piazza della Signoria. Una bulliciosa plaza convertida en museo de escultura al aire libre. La fuente de Neptuno de Ammannati se encuentra junto al Palazzo Vecchio, en cuya entrada se levantan copias del David de Miguel Ángel y el Marzocco de Donatello. La Loggia della Signoria, al sur de la plaza, además de cobijar del sol a músicos ambulantes y turistas, expone gratuitamente algunas magníficas esculturas. A la izquierda de la entrada se puede admirar el magnífico bronce de Perseo alzando la cabeza de Medusa realizado por Benvenuto Cellini, y a la derecha el Rapto de las Sabinas de Giambologna. El mencionado Palazzo Vecchio, al este de la plaza, es la sede tradicional del gobierno florentino. Su Torre d'Arnolfo de 94 metros de altura es un símbolo de la ciudad comparable a la catedral.



Ya de noche, regresamos al apartamento. Allí, antes de acostarnos, leímos en la guía lo que habíamos visto y marcamos sobre un plano las visitas que teníamos pensado realizar al día siguiente.

sábado, 11 de agosto de 2007

Italia. Día 5: Roma

12 de julio de 2007, jueves.


Me desperté por la mañana con muy buen estado de salud y con las fuerzas retomadas. Las íbamos a necesitar pues era nuestro último día en Roma y prácticamente no habíamos visto nada. Este año, al viajar en julio, llevábamos todos los hoteles reservados desde Madrid, lo cual nos dejaba poca flexibilidad y al día siguiente teníamos que estar en Florencia.

Extendimos un plano de la ciudad sobre la cama de la diminuta habitación y marcamos en él lo que nos parecía más fundamental: la basílica de San Pedro y los Museos Vaticanos, para la mañana. El Coliseo, el Monte Palatino y los foros, para la tarde. También, por cercanía, marcamos la tumba del Papa Julio II, el Moisés de Miguel Ángel, en San Pedro in Vincoli.

Cogimos el metro en Termini y tras seis paradas nos bajamos en Ottaviano, muy cerca de la Ciudad del Vaticano. Al llegar a la Plaza de San Pedro, nos esperaba una larguísima cola de turistas que circundaba toda la plaza, considerada uno de los espacios públicos más grandes del mundo. Así que allí, a pleno sol, nos armamos de paciencia. Me llamó mucho la atención la cantidad de japoneses que había. Eran millares. Entre estos y los que estarían visitando el Palacio Real de Madrid, Japón debía de estar vacío. Debe de ser un buen lugar para visitar en los meses de verano... Al final, como por mimetismo, terminé haciendo lo mismo que ellos: sacar fotos a diestro y siniestro en la enorme plaza diseñada por Bernini y considerada una obra maestra del urbanismo barroco.

Tras pasar un control de metales llegamos hasta la basílica, tumba de San Pedro. La verdad es que el interior de esta enorme iglesia, en la actualidad la segunda más grande del mundo, no deja indiferente a nadie. Las espectaculares obras de arte que contiene y su enorme cúpula diseñada por Miguel Ángel sobrecogen a los visitantes. Cabe destacar la conmovedora Pietà de Miguel Ángel, sobre la que se arremolinan multitud de curiosos alrededor del cristal antibalas que la protege. Muy cerca de allí, el disco de pórfido rojo señala el lugar donde, el 25 de diciembre del año 800, el Papa León III coronó a Carlomagno como Emperador de Occidente, bajo la fórmula Romanum gubernans Imperium.

Dominando el centro de la iglesia se haya el baldaquino barroco de Bernini, coronando el altar mayor, que se sitúa a su vez sobre el lugar de la tumba de San Pedro.

También pueden visitarse las tumbas de los papas, situadas en un corredor bajo la iglesia, incluida la de Juan Pablo II. Pero quizás el mayor aliciente para los turistas sean las vistas que pueden contemplarse desde la linterna, por encima de la cúpula, a unos 120 m de altura. Diana prefirió esperarme abajo al leer las advertencias que hablaban de 521 escalones. Yo lógicamente subí y me llamó la atención el encontrar sobre la cubierta de la iglesia varias tiendas de souvenirs y un restaurante. Quizás una ingeniosa manera de sortear la famosa ley divina que prohíbe mercaderes en el templo, Mateo 21:12-13 (como veis, con San Google hoy cualquiera puede ser curita).


A las 13:00 salimos de la basílica y decidimos comer algo rápido antes de visitar los Museos Vaticanos. Encontramos un lugar en una bocacalle de Via di Porta Angelica y nos metimos allí atraídos por la bandera española que colgaba de la fachada. Pero ni tortilla de patatas, ni calamares, ni nada por el estilo; sólo ofertaban una porción de pizza, más un plato de pasta, más una coca-cola, todo por siete euros. Demasiado barato: la pizza estaba reseca, los macarrones recalentados y la coca-cola parecía agua con azúcar.


Malcomidos salimos para los Museos. ¡Trece pavos la entrada! Menudo negocio que tiene montado el Ratzinger. Pero mereció la pena, pues en ellos pudimos ver, entre centenares de esculturas clásicas castradas o con la famosa hoja de parra: el Laoconte, el Torso Velbedere que tanto admiraba Miguel Ángel, La escuela de Atenas de Rafael que causó gran impresión en mí cuando estudiaba en el bachillerato y la extraordinaria Capilla Sixtina, de la que finalmente nos llevamos una mala experiencia debido a que, cuando yo apuntaba con mi cámara fotográfica a los frescos del techo, un vigilante, vestido de paisano, se abalanzó sobre mí como una mala bestia gritando: "¡NOOOO FOTO!" Entonces Diana se puso nerviosa y comenzó a gritarle también y lo cierto es que le dijo unas cuantas verdades. ¡Menuda se lió! A poco y nos sacan de allí los carabinieri. El caso es que conseguí tomar una mala foto y por despecho la coloco aquí. ¡Ala!



Después de aquella tomamos el metro hasta Cavour y en San Pietro in Vincoli visitamos la tumba del Papa Julio II, obra que Miguel Ángel tuvo que dejar inconclusa debido al encargo de la Sixtina. De aquí igualmente nos echaron: Un viejecillo que cuidaba la iglesia y debió de sentirse molesto por la presencia de seis o siete turistas que éramos. Desde luego... Qué poco tacto con el turismo. Estos romanos se estaban cubriendo de gloria.

Entonces nos fuimos caminando hasta el mítico Coliseo, el monumento más impresionante de Roma, símbolo de la Ciudad Eterna. Hoy en día, a pesar de encontrarse bastante deteriorado, debido sobre todo a que fue utilizado como cantera de piedra y mármol durante generaciones de constructores, sigue recibiendo millones de visitas cada año. Este anfiteatro, con capacidad en su interior para 50.000 espectadores, se componía de tres partes: arena, cavea y podium. La arena estaba formada por un tablero de madera que se cubría de arena para evitar que los gladiadores resbalasen y para absorber la sangre. Unas trampillas conducían a las cámaras subterráneas desde donde se izaban a la arena los animales enjaulados y las escenografías para las batallas. La arena también se podía inundar para la realización de batallas navales (naumaquias). La cavea era donde se sentaban los espectadores y se dividía en tres niveles de gradas, ocupándose cada nivel según la condición social de los espectadores. El podium, una amplia terraza situada delante de las gradas, quedaba reservado al emperador y a los senadores.


Junto al Coliseo igual de imponente se alza el Arco de Costantino y cerca de allí el Monte Palatino invita a pasear entre la naturaleza y las ruinas que parecen brotar de la misma tierra, libres de artificios turísticos y barreras que limiten el paso. Este monte, con vistas al Foro, era la zona más elegante de la antigua Roma, y numerosos patricios y emperadores la eligieron para construir sus residencias y palacios. La leyenda dice que fue en él donde Rómulo mató a su hermano Remo y fundó Roma en 753 a. C. Desde él también se puede divisar el Circo Máximo, inmortalizado por las carreras de cuadrigas en la película Ben Hur. En su época tuvo una capacidad para 200.000 espectadores, pero hoy en día no es más que una enorme explanada en la que se suelen realizar conciertos.

Después de dar un bucólico paseo, subimos por la Via dei Fori Imperiali disfrutando de las vistas de las ruinas de los foros que se extienden a ambos lados. En la antigua Roma, el foro era el centro de la vida de la ciudad y alrededor de él se distribuían edificios de gobernación, edificios religiosos y mercados.


Al final de esta Via se encuentra la Columna Trajana, erigida para conmemorar las victorias de Trajano en Dacia, está decorada con una franja espiral de relieves que representan las batallas contra los dacios y que se consideran uno de los mejores ejemplos de la escultura romana antigua.

Retomamos la Via dei Fori en dirección al Coliseo, camino del metro, disfrutando de nuevo de unas emotivas y sugerentes vistas de los foros con sus sombras alargadas al atardecer. Finalmente nos ha quedado pendiente de ver: el Panteón de Agripa, el Ara Pacis Agustae, el Castillo de Sant'Angelo, la Plaza del Popolo, la Plaza Navona, la Boca de la Verdad, el Campo dè Fiori y Trastevere entre otras muchas cosas. Al llegar al anfiteatro tomamos el metro hasta el hotel y antes de meternos en la habitación degustamos nuestra última cena romana en la trattoria del hotel "Al Camoscio d'Abruzzo" (ver Día 3): una deliciosa ensalada con frutos del mar de primero, unos sabrosos bistecs a la brasa de segundo y de postre un tartufo. Pasando de pasta. La dueña del hotel y de la trattoria vino a saludarnos mientras cenábamos, alegrándose de verme con tan buena salud. Yo desde aquí quiero aprovechar para agradecerle tantas atenciones y el trato tan amable que nos dio todo el personal de este pequeño B&B familiar.

jueves, 9 de agosto de 2007

Pompeii, de Roman Polanski

Seguro que muchos ya lo sabéis, pero yo acabo de enterarme de que Roman Polanski comenzará a rodar en abril de 2008 una de romanos. Se trata de Pompeii, una superproducción que contará con aportación económica de la Generalitat valenciana, pues está previsto que parte del rodaje se realice en Alicante. El film está basado en la novela homónima de Robert Harris, que transcurre en los tres últimos días antes de la erupción del Vesubio. Si no hay contratiempos podremos verla en el cine en poco más de dos años, está previsto que se estrené en el tercer o cuarto trimestre del 2009.

Más información en:

El Mundo
Tu blog de cine



MIÉRCOLES 12 DE SEPTIEMBRE DE 2007
(Actualización)


Roman Polanski confirmó ayer a los medios su retirada del proyecto. Al parecer el director de cine se ve obligado a renunciar al film por incompatibilidades con su agenda, debido al nuevo retraso que sufrirá la película a consecuencia de la huelga de actores, guionistas y directores, prevista para el mes de julio de 2008.

La compañía que posee los derechos del film, Summit International, se aboca a la misión de encontrar un reemplazante que se haga cargo de esta superproducción que tiene un presupuesto cercano a los 150 millones de dólares.

Más información en:

BBC News

20 minutos

El Mercurio Online

miércoles, 8 de agosto de 2007

Italia. Día 4: Roma

11 de julio de 2007, miércoles.


Día sin fotos.

Después de una larga noche, en la que a penas pude pegar ojo debido al dolor de garganta, amanecí hecho un trapo, empapado de sudor y con una fiebre altísima. Diana, al verme sudando de aquella manera, se apresuró a vestirse y salió de la habitación. Muy cerca, en una cocinilla contigua, la oí conversar con la persona que preparaba los desayunos. A los cinco minutos regresó a la habitación y muy seria me pidió que me vistiera rápidamente porque iba a venir un taxi a recogernos para llevarnos al hospital más cercano.

El hospital más cercano era el Policlínico Umberto I, a tan solo un par de manzanas y 12€ de distancia. En la entrada de urgencias rápidamente nos atendió un enfermero que hablaba algo de español y nos acompañó hasta la sala de triage. Allí me pidieron mi documentación y que les explicara lo que me sucedía; lo cual hice, como pude, en el idioma más universal: el de los gestos. Les hice entender que me dolía el estómago (quizás por que llevaba tiempo sin comer), la garganta y la cabeza y que también tenía algo de fiebre. Después me mandaron a una sala de espera, indicándome que fuera paciente pues estaban bastante saturados. Eran las 10:30.

Para mi sorpresa, no habían pasado ni cinco minutos cuando una enfermera vino a llamarme y me llevó a través de un largo pasillo hasta una consulta. Allí, de nuevo y de la misma manera, le expliqué a una doctora lo que me sucedía, entonces ésta muy enfadada comenzó a levantar la voz y a decir cosas en italiano que yo no era capaz de entender. Después, repitiendo "prego, prego, prego", me indicó que la siguiera y a toda velocidad me llevó de vuelta hasta la sala de triage, donde me pidió que les explicara de nuevo cuales eran mis síntomas. Y de nuevo lo hice, intercalando ya alguna palabra en italiano. Cuando terminé, la doctora comenzó a vocear a los enfermeros que allí había y salió de la sala con la misma rapidez que había entrado. Al parecer era la doctora de traumatología. A mi me mandaron de vuelta a la sala de espera.

No pasó mucho tiempo y de nuevo otra enfermera vino a buscarme. Ésta, igual que la anterior, me pidió que la siguiera y así lo hicimos, Diana y yo. Recorrimos varios pasillos, luego salimos a la calle, cruzamos un amplio parking donde la enfermera aprovechó para saludar a varios conductores de ambulancia, después nos metimos en otro pabellón del hospital y subiendo unas escaleras llegamos hasta la consulta de un doctor que parecía disfrutar de una mañana relajada. Le pedí a Diana que entrara conmigo, las demás veces se había quedado fuera, y de nuevo le expliqué al doctor lo que me sucedía, pero esta vez en italiano: dolore addominale e di testa, mal di gola e molta febbre. Diana me miró sorprendida y sin poder aguantar comenzó a reírse.

El médico me dio a entender que estas dolencias no correspondían a su especialidad y que a mi quien tenía que verme era un médico infectólogo (o algo así). Tomó el teléfono y llamó a uno, pero éste debió decirle que nanai y que hiciera el favor de no pasarle más marrones, porque a continuación la enfermera nos pidió que la siguiéramos y regresando por el largo camino que habíamos venido, volvimos a parar a la dichosa sala de espera de urgencias, donde permaneceríamos por muchas horas.

A las 16:00, cansados de esperar y esperar, Diana insistió a un enfermero para que al menos me tomaran la fiebre, pues llevábamos más de cinco horas en el hospital y ni eso habían hecho. El enfermero regresó con un extraño aparato, me lo puso en el oído, pitó y marcó 38.7, a continuación fue a notificárselo a los del triage, para que me dieran prioridad.

A las 18:30, hartos de ver ingresar y salir a gente aparentemente en mejores condiciones que yo, fuimos a la sala de triage a pedir explicaciones y lo único que conseguimos es que allí mismo volvieran a tomarme la temperatura: 39.2. El enfermero responsable del triage, Riccardo Carabella, parecía tomarse ahora en serio mi salud y nos dijo que volviésemos a la sala de espera, que me iba a poner como muy urgente y me llamarían de inmediato.

Las 19:00, las 19:30, las 20:00, las 20:30, las 21:00... ¡A las nueve de la noche por fin pronunciaron mi nombre! ¡Valiente hijo de su madre el Carabella ese! Once horas en una sala de espera con cuarenta de fiebre, sin medicación, sin poder comer... ¡Una auténtica tortura! Y todavía recuerdo aquellas dos niñas monísimas, de unos veinte años, que llegaron hacia las ocho de la tarde y tras llamar por teléfono a un joven enfermero, éste se pasó por la sala a saludarlas y entre besitos y risas le contaron que una de ellas tenía fiebre: a los quince minutos ya la estaban llamando. En fin...

Hacia las nueve de la noche, como dije, me llamaron. Me llevaron a una amplia sala repleta de enfermos encamados, donde tras una pequeña mesa, escondida en un rincón de la sala, me atendió una joven doctora. Luego me hicieron unas radiografías, me sacaron sangre para analizar y tras practicarme, no sin dificultad, una vía, me sentaron en un cómodo sillón, conectado a una botella que debía de contener el elixir de la vida, porque mi recuperación fue casi inmediata.

Hacia las 22:00 ya me había chupao toda la botella y la doctora Laura de Vito, que así se llamaba esta santa, sentada a mi lado me explicaba con mucha amabilidad, en italiano, pero muy despacio y repitiéndolo todo varias veces, los medicamentos que debía tomar: Levoxacin 500, una compressa al giorno per 7 giorni; Aulin, una bustina dopo pranzo e cena per 3 giorni.

A las 22:30 me dieron el alta y me entregaron el parte médico, el cual guardo como recuerdo. Es curioso comprobar como el sr. Carabella después de tomarme la temperatura anotó en él 38.2 en lugar de los 39.2 que marcaba el termómetro. Tal vez mintiendo trataba de justificar las largas horas que me hizo pasar en el hospital y su mala gestión del triage. Lo importante es que salí del hospital como una rosa y con más hambre que el perro de un ciego, así que me metí unos hipercalóricos caneloni entre pecho y espalda, en la trattoria más aparente que encontramos de camino al hotel.

martes, 7 de agosto de 2007

Meme: Lo que se ve desde mi ventana


Siguiendo con el meme que propone Medraina , publico una foto de lo que se ve desde mi terraza en Valencia. Tomada el pasado 10 de mayo a las 5:30 am.


A la izquierda la explanada donde montan el cine de verano. A pocos metros de allí, la playa de la Malvarrosa y el mítico Mediterráneo. Al fondo a la derecha pueden verse las luces del puerto.


Lástima que mi estancia aquí sea temporal. Seguro que echaré de menos estas vistas cuando regrese a mi piso de Carabanchel a finales de noviembre.


Ahora paso el testigo de este meme a quien quiera tomarlo.

lunes, 6 de agosto de 2007

Italia. Día 3: Roma

10 de julio de 2007, martes.

El martes nos levantamos temprano, tomamos un café latte en la misma cafetería que la mañana anterior y en la Estación Central cogimos el Intercity de las 8:24, que en poco más de dos horas nos llevó hasta la moderna estación de Roma-Termini.
(Quién tenga previsto viajar por Italia en tren puede consultar horarios y tarifas en www.trenitalia.it)

Roma nos causó una primera impresión bien distinta a la de Nápoles. Se trata de una ciudad moderna y elegante, de aspecto mucho más europeo que su vecina del sur y que, al doblar cada esquina, sorprende a quien la visita con una joya arquitectónica.

Caminamos unos cinco minutos hasta nuestro hotel, Independence Square Inn , un juvenil B&B en Via Castelfidardo 78, junto a la Plaza de la Independencia. Allí nos recibieron muy amablemente, nos dieron un mapa de la ciudad y en inglés nos explicaron como llegar a los principales monumentos. También nos dieron una tarjeta de la trattoria que había justo debajo, informándonos de que en ésta teníamos un diez por ciento de descuento. El único inconveniente fue que tuvimos que esperar algo más de una hora para que nos tuviesen lista la habitación. Tal vez madrugamos demasiado.

Aquella mañana no me encontraba nada bien: sentía mal estar general, me dolía la garganta y me notaba muy cansado. Así que decidimos que lo mejor era que me tomara un analgésico y nos echásemos una cabezadita en el hotel hasta la hora de la comida. ¡Ya comenzaríamos a visitar la ciudad por la tarde!
Aquella tarde tuvimos el tiempo justo para visitar las abarrotadas Fontana di Trevi y Plaza de España. En ambos sitios a penas cabía un alfiler de la cantidad de turistas que había. Aquello más bien parecía un botellón de sábado noche en la Plaza Mayor de Cáceres. Pero un botellón de los gordos, de aquellos que se lían (o al menos se liaban) coincidiendo con el WOMAD.


Después visitamos la Galleria Borghese, quedándonos estupefactos frente a la escultura de Bernini , El rapto de Proserpina. Esta obra representa el mismo instante en que Proserpina (Perséfone en la mitología griega) es atrapada por Plutón, dios del inframundo, con el fin de obligarla a casarse con él. Es fascinante la apariencia carnal que Bernini logra darle al mármol, las manos de Plutón parecen hundirse de veras, una en el muslo y la otra en la cintura de Proserpina, la cual trata de zafarse con un gesto y una teatralidad perfectamente humanos, hasta unas lágrimas esculpidas en el mármol parecen resbalar por el rostro de Proserpina. Y es que el artista logra con esta escultura representar con total perfección no sólo los sentimientos y las diferentes texturas (los tejidos vaporosos, las barbas de Plutón, los cabellos de Proserpina o el pelaje de Cancerbero), sino también algo que me parece aún más complicado: el movimiento. Uno queda, como dije, estupefacto mirando esta escultura, como esperando en qué momento las figuras recobrarán vida y reanudarán su movimiento desde la posición en que Bernini las dejó pausadas.



Otras obras escultóricas que se encuentran en este museo son: Apolo y Dafne de Bernini y Venere Vincitrice (Venus victoriosa), la famosa escultura que Antonio Canova realizó a la hermana de Napoleón, Paulina Bonaparte Borghese, reclinada medio desnuda.

Entre las obras pictóricas, destacar la Deposizione di Cristo de Rafael y la obra maestra de Tiziano, Amor sacro y amor profano.
Cuando salimos de la Galleria, de nuevo empezaba a encontrarme mal. Regresamos en metro al hotel y antes de subir a la habitación, Diana cenó en la trattoria que había justo debajo. A mí me dolía tanto la garganta que preferí no comer nada.
__________________________________
Debido a que no está permitido sacar fotos en este museo, las imágenes que publico de El rapto de Proserpina van por cortesía de www.elolimpo.com

miércoles, 1 de agosto de 2007

Italia. Día 2: Pompeya

9 de julio de 2007, lunes.

Cuando nos levantamos por la mañana la alergia de Diana había remitido bastante. Preparamos una mochila con lo que íbamos a necesitar para la excursión a Pompeya y al Vesubio y salimos del hotel camino de la Circumvesuviana, una vieja estación de trenes de cercanías ubicada junto a la Estación Central. Pero antes nos detuvimos a desayunar en una diminuta cafetería junto a la Plaza Garibaldi, donde nos atendieron muy amablemente, incluso haciendo algún chiste al ver que eramos españolitos y que no eramos capaces de hacernos entender ni para pedir un café con leche.

Luego corrimos hasta la estación esquivando como podíamos a los automóviles y motocicletas que de forma alocada circulaban en todas direcciones. Allí tomamos un viejo tren pintarrajeado que en poco más de treinta minutos nos dejó en Pompei Scavi-Villa dei Misteri, junto a la Porta Marina, por donde se accede a la ciudad que fue víctima de la erupción volcánica más famosa del mundo, acontecida el 79 a.C.

Uno de los relatos más conmovedores de esta erupción es el de la carta que escribe Plinio el Joven al historiador Tácito, contándole como murió su tío, Plinio el Viejo:


"[...] El 24 de agosto, como a la séptima hora, mi madre le hace notar que ha aparecido en el cielo una nube extraña por su aspecto y tamaño. Él había tomado su acostumbrado baño de sol, había tomado luego un baño de agua fría, había comido algo tumbado y en aquellos momentos estaba estudiando; pide el calzado, sube a un lugar desde el que podía contemplarse mejor aquel prodigio. La nube surgía sin que los que miraban desde lejos pudieran averiguar con seguridad desde qué monte (luego se supo que había sido el Vesubio), mostrando un aspecto y una forma que recordaba más a un pino que a ningún otro árbol. Pues tras alzarse a gran altura como si fuese el tronco de un árbol larguísimo, se abría como en ramas; [...] En numerosos puntos en las laderas del Vesubio podían verse enormes incendios y altísimas columnas de fuego, cuyo brillo y resplandor aumentaba la oscuridad de la noche. Mi tío, intentando calmar el miedo de sus acompañantes, repetía que se trataba de hogueras dejadas por los campesinos en su huida y casas abandonadas al fuego que ardían en la soledad. Luego se retiró a descansar y ciertamente durmió sin la menor sombra de duda, pues su respiración, que a causa de su corpulencia era más bien sonora y grave, podía ser escuchada por las personas que iban y venían delante de su puerta. Pero el patio desde el que se accedía a su habitación, repleto de cenizas y piedra pómez había subido de nivel de tal manera que, si hubiese permanecido más tiempo en el dormitorio, ya no habría podido salir. Luego que fue despertado, salió fuera y se reúne con Pomponiano y los demás que habían pasado toda la noche en vela. Deliberan en común si deben permanecer bajo techo o salir al exterior, pues los frecuentes y fuertes temblores de tierra hacían temblar los edificios y, como si fuesen removidos de sus cimientos, parecía que se inclinaban ya hacia un lado, ya hacia el otro. Al aire libre, por el contrario, el temor de la caída de fragmentos de piedra pómez, aunque estos fuesen ligeros y porosos, pero la comparación de los peligros les llevó a elegir esta segunda posibilidad. En el caso de mi tío venció el mejor punto de vista, en el de los demás venció el temor mayor. Para protegerse contra los objetos que caen, colocan sobre sus cabezas almohadas sujetas con cintas. En cualquier otro lugar era ya de día, pero allí era de noche, una noche más densa y negra que todas las noches que haya habido nunca, cuya oscuridad, sin embargo, atenuaban el fuego de numerosas antorchas y diversos tipos de lámparas. Mi tío decidió bajar hasta la playa y ver sobre el lugar si era posible una salida por mar, pero este permanecía todavía violento y peligroso. Allí, recostándose sobre un lienzo extendido sobre el terreno, mi tío pidió repetidamente agua fría para beber. Luego, las llamas y el olor del azufre, anuncio de que el fuego se aproximaba, ponen en fuga a sus compañeros, a él en cambio le animan a seguir. Apoyándose en dos jóvenes esclavos pudo ponerse en pie, pero al punto se desplomó, porque, como yo supongo, la densa humareda le impidió respirar y le cerró la laringe, que tenía de nacimiento delicada y estrecha y que con frecuencia se inflamaba. Cuando volvió el día (que era el tercero a contar desde el último que él había visto), su cuerpo fue encontrado intacto, en perfecto estado y cubierto con la vestimenta que llevaba: el aspecto de su cuerpo más parecía el de una persona descansando que el de un difunto. [...]"

En la Porta Marina rápidamente compramos nuestras entradas y una audioguía. Sorprendentemente no hay demasiados turistas y no tenemos que esperar cola para entrar.

Paseamos sin prisa por sus calles, en sandalias, como lo hicieran sus habitantes hace dos mil años. Visitamos la Basílica, los templos de Apolo y de Júpiter, el Foro y los edificios de la administración pública, diversas termas (compuestas fundamentalmente de las siguientes partes: apodytherium, frigidarium, tepidarium, sudatorium, caldarium e hypocausto) y algunas casas con sus maravillosos frescos y esculturas como la Casa de los Misterios y la Casa del Fauno, donde es fácil distinguir las diferentes partes que componen la casa señorial romana: el vestibulum en la entrada, a continuación el atrium con varias habitaciones que lo rodean, en su parte superior hay una abertura que permitía el paso de la luz y del agua de lluvia, es el impluvium y justo debajo de éste el compluvium recogía y almacenaba el agua para su uso en la casa; junto al atrium y hacia el interior del edificio, para preservar la intimidad, solía estar el peristylum, un patio rodeado por columnas, ajardinado y decorado con esculturas, alrededor de éste se ordenaban los dormitorios (cubicula), la sala de estar (oikos o eco), la cocina (culina), el comedor (triclinium) y el cuarto de baño (balneum).




También visitamos algunas tiendas, panaderías, restaurantes (thermopolia), dos teatros, un anfiteatro, varios gimnasios donde entrenaban los gladiadores, varias necrópolis e incluso un curioso lupanar con duras camas de obra e inscripciones en las paredes realizadas por los clientes alabando las cualidades de tal señorita o advirtiendo de las enfermedades que contagia Fulanita.


Pero lo que poderosamente parecía atraer la atención de los turistas eran los famosos calcos y alrededor de ellos se amontonaban decenas de foráneos como blandiendo sus cámaras. Fue Giuseppe Fiorelli quién experimentó la técnica de los calcos en yeso con el fin de revivir la dramática agonía de los pompeyanos. Los cuerpos de personas y animales, recubiertos por una gruesa capa de material incandescente procedente de la erupción, se descompusieron dejando un vacío en el compacto banco de ceniza. Fiorelli, colando yeso líquido en estas cavidades, consiguió sacar unos calcos que reproducían fielmente los rasgos de hombres y animales en los últimos instantes de su vida.

En nuestro largo paseo habíamos consumido toda la mañana y toda la tarde, parando únicamente a comer un bocadillo y algo de fruta en un restaurante moderno, estratégicamente colocado en la vieja ciudad. Según la guía Lonely Planet se necesitan al menos tres horas para visitar Pompeya. Pero nosotros debido al entusiasmo de poder pasear por una ciudad de hace más de dos mil años y tan extraordinariamente bien conservada, habíamos empleado más de ocho. No nos quedaba ni tiempo ni fuerzas para ascender al cráter del Vesubio pero nos daba igual. Lo que habíamos visto y aprendido en Pompeya nos parecía mucho más interesante.

Con los pies cansados y sucios regresamos a la estación y tomamos el tren de vuelta a Nápoles. Diana fue derecha para el hotel y yo salí a dar mi último paseo por la decadente ciudad y a buscar algo de fruta para que cenara mi preñadita antes de acostarse.

Aquella noche prácticamente no pegué ojo, como un niño que es incapaz de conciliar el sueño después de un día intenso, lleno de emociones. Mi mente estresada era bombardeada a cada instante por palabras latinas recientemente aprehendidas... triclinium... impluvium... frigidarium... Aaaaah!...

________________________________
Enlaces de interés:
http://locuraviajes.com/blog/pompeya-legado-historico/

Related Posts with Thumbnails