viernes, 31 de agosto de 2007
Héctor Pérez Valiente
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Etiquetas: El pequeño Héctor
martes, 28 de agosto de 2007
Sobrevuelan halcones
que habitan en las azoteas.
Por mi calle sobrevuelan halcones
vigías,
que rabiosos escupen llamaradas de fuego.
Por mi calle sobrevuelan halcones
imperiales y oscuras aves anidan
sobre los pozos de Basora.
En mi calle las casas están
vacías. Mis vecinos huyeron de un barrio
con paramentos salpicados de sangre.
En mi calle los alcorques están secos y las lágrimas
forman parte de la circulación
sanguínea. En mi barrio
montones de cadáveres descansan sobre cadáveres
y la carroña deambula sonámbula por las calles
armada. Llevan fusiles cargados de miedo
y sobre la espalda un gran fardo
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Etiquetas: Mi vida en verso
jueves, 23 de agosto de 2007
Cogiendo nivel
Yo, lejos de acobardarme como otras veces y liarme a desmontarla, he optado por mantenerla en el aire y probar si servían de algo los casi tres meses que llevo practicando. Las líneas silbaban violentamente mientras yo comprobaba la apertura de mi ventana de viento, con la precaución de no alejar la flexi demasiado del zenit. A continuación he comenzado con los saltos, al principio sin tomar a penas carrerilla, no fuera que acabara en lo alto de una palmera del Paseo. Después, una vez comprobado que la cometa reaccionaba estupendamente, de manera progresiva he ido aumentando la fuerza de mi carrera y los saltos comenzaban a ser bastante espectaculares, al menos para mí y algunas personas que caminaban por el Paseo y se han sentado a verme. En algún salto yo creo que he llegado a superar los dos metros de altura, pues muy cerca de mí había unos postes de esos que sirven para colocar las redes de volley y me servían de referencia. En horizontal calculo que me desplazaba unos ocho metros, lo que demuestra la excelente estabilidad de la Rage, dándome tiempo en el aire más que suficiente para dirigir con los mandos la cometa y preparar la caída.
Pues estaba yo en esto lamentándome de no haber ido esta vez con alguien para que me sacara unas fotos, cuando de pronto una jovencita tímidamente se ha acercado hasta donde yo estaba y, con acento francés, me ha pedido permiso para fotografiarme. Algunas veces no hay más que desear las cosas para que sucedan. Yo he estado a punto de extender una mano con la palma hacia arriba, por ver si me caía un eurillo, como hacen en otros países. Pero por no soltar los mandos le he dicho que tomara todas las fotos que quisiera, con la condición de que me sacara guapo y de que luego me las mandara por email.
Así que si Chloe, que así se llama la francesita (parisina, por cierto), se porta bien y cumple con su promesa muy pronto podréis ver colgadas, para muestra de los incrédulos, las fotos en este blog.
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Etiquetas: A tomar viento, Una temporada en Valencia
En Cuba no hablan español... Hablan cubano.
Qué se lo digan si no a mi amiga Yunia. Esta mañana al llegar al trabajo, en la bandeja del outlook, encontré el siguiente mensaje:
loco que bola? asere me tienes tira pal laton!! deja el descaro y escribe!!
jajajaja dime como tengo el cubano hoy??? mandao he!!
Carlos: de verdad deja el descaro y escribe asere.
besos pa diana, como esta el chama??
abrasos yunia
Jajajaja, todavía me estoy riendo. Os aseguro que tuve que leerlo varias veces para entender lo que me estaba diciendo. Yo estuve por responderle en buen castizo, pero ya hace tanto que dejé mi barrio de Fuenla que no me salía.
La verdad que no hay nada como empezar el día con buen humor.
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Etiquetas: Va de Cuba
miércoles, 22 de agosto de 2007
Italia. Día 7: Florencia
Cuando salimos del museo visitamos el interior de la catedral, cuya escasa decoración contrasta con la rica fachada. Mención especial merecen los frescos de la enorme cúpula, comenzados en 1568 por Vasari y Zuccari y terminados por éste último y otros colaboradores en 1579. La parte superior, obra de Vasari, representa a Los 24 Ancianos del Apocalipsis. Otras secciones son, de arriba a bajo, los Coros de Ángeles, Cristo, María y los Santos, Virtudes, Regalos del Espíritu Santo, Beatitudes, Pecados Mortales e Infierno. Consideradas de calidad desigual debido a las colaboraciones de distintos artistas y a la utilización de diferentes técnicas. (Para información a cerca de la cúpula ver capítulo anterior).
Salimos del Duomo camino de la Basilica di San Lorenzo, reconstruida por Bruneleschi en 1425 por encargo de los Medici, pero eran las cinco de la tarde y ésta ya se encontraba cerrada. Entonces continuamos nuestro camino hasta la Galleria dell'Academia, donde después de ver la tremenda cola que había para entrar decidimos dejar el David, junto con la Capilla Medici de San Lorenzo, para el día siguiente.
Cuando llegamos al apartamento aún era pronto. Descansamos un rato y después aprovechamos para lavar la ropa sucia en un Wash & Dry cercano. Para mi era la segunda vez que utilizaba una de estas lavanderías self service. La primera fue en Amsterdam, hace ya seis años, después de recorrer media Europa en tren. Estas lavanderías suelen ser un buen lugar para conocer viajeros de cualquier parte del globo o para charlar relajadamente con bohemios habitantes locales. Diana, en un "te cambio este poco jabón por el suavizante que te sobre", se hizo amiga de un simpático japonés.
Después de hacer la colada decidimos darnos un homenaje. Nos pusimos guapos y fuimos a cenar a una trattoria que nos había recomendado el propietario del apartamento. Su nombre: Il Giardino, en via della Scala 61. Yo pedí una bistecca alla fiorentina con guarnición de patatas, una botella pequeña de vino toscano Domasco Chianti y de colofón un digestivo limoncello. Diana, osobucco y de postre tiramisù. Todo ello servido además en español por una simpatiquísima mulata de Ciego de Ávila (Cuba). Calidad-precio excelente.
En comparación con Nápoles y Roma (ya sé que las comparaciones son odiosas y esta además es simplista) la gente que hemos encontrado en Florencia es mucho más agradable. Siempre te atienden con una sonrisa. Además la ciudad por su pequeño tamaño y su gran belleza resulta muy agradable para pasear. No hay un tráfico excesivo de vehículos y la mayor parte del centro es peatonal. Lástima que su ambiente más tradicional se vea aveces empañado por la masificación turística.
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Etiquetas: Italia en 13 días
martes, 21 de agosto de 2007
De Madrid a Ulan-Bator
Esta singular carrera, de carácter benéfico, que recuerda a aquella conocida serie de dibujos animados Los autos locos, tiene como única limitación el que los coches no pueden superar los 1000cc ni las motos los 125cc (aquellos vehículos que superen esta cilindrada deben pagar una multa de 100 libras por cada 100cc que sobrepasen el límite). Otro de los alicientes es la inexistencia de una red de apoyo; es decir, cada participante únicamente depende de sí mismo y de su vehículo.
Una verdadera aventura que dio comienzo en la Puerta del Sol de Madrid el pasado 20 de julio y que transcurrirá a través de España, Francia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Turquía, Armenia, Azerbaiján, Turkmenistán, Kazajstán, Uzbekistán, Rusia y Mongolia. Y que además podemos seguir, casi en tiempo real, desde los blogs de algunos de los participantes:
Atopocu Two, desde su cuaderno de bitácora, cuenta de una manera ágil, condensada y sobre todo con mucho humor, sus peripecias sobre una vespa. Muy recomendable.
R-77, dos hermanas canarias y un corsita.
Genghis Kar, dos hombres y una furgona.
Spanish Adventurers, dos hombres y un AX del 95.
Omeyas to Mongolia, dos cordobeses y un Marbella del 94.
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Etiquetas: Viajes imposibles
lunes, 20 de agosto de 2007
Pequeños saltos
;-p
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domingo, 19 de agosto de 2007
Blasco Ibáñez contra la guerra de Cuba
El 24 de febrero de 1895, los independentistas cubanos se sublevan en Baire al grito de "¡Viva Cuba libre!" Pronto se han de hacer famosos los nombres de José Martí, Máximo Gómez y Maceo, pero tan sólo cuatro días después del alzamiento, cuando aún se desconoce el alcance de la rebelión que desembocará en el llamado Desastre del 98, Blasco Ibáñez escribe un artículo que llama "Lo de Cuba":
[...]
Como era de esperar, el partido conservador, todos los representantes de la política cubana, eminentemente reaccionaria y principal culpable de los descalabros que nuestra patria a sufrido en dicha isla, han tomado pretexto en los recientes sucesos para abominar de las reformas antillanas que todavía están pendientes de discusión en el Senado.
No. la reciente insurrección (si es que realmente existe) no es el producto de las reformas, si no de los muchos años de despotismo arbitrario, de dictadura militar que viene sufriendo la isla de Cuba.
Si la restauración no hubiera mantenido en las Antillas ese régimen de procónsules con fajas y charreteras que tan tristes resultados produjo en tiempos de Isabel II; si se hubiera colocado a nuestras posesiones de América al mismo nivel de libertad y derechos que merecen por su cultura no habríamos tenido que lamentar esas intentonas separatistas que tantos perjuicios han causado a la patria.
Los que amamos la libertad con todas sus grandezas y todos sus defectos, debemos emplear la misma vara de medir en la Península que en las Antillas.
No. Las reformas que se propone establecer el gobierno en la isla de Cuba no pueden ser motivo de sedición.
Nadie protesta ni se subleva por que le concedan más libertad.
El movimiento separatista es consecuencia de opiniones anteriores.
[...]
Imitemos el ejemplo de Inglaterra maestra en el arte de conservar las colonias cuando éstas alcanzan un grado de cultura igual al de la metrópoli.
Concedamos a Cuba la autonomía completa que de derecho le corresponde, como Inglaterra se la concedió al Canadá y veremos inmediatamente como la gran Antilla permanece tranquila sin necesidad de mantener en ella un gran ejército, y cómo en vez de maldecir a la patria española, la ama y la bendice.
Blasco Ibáñez defiende no sólo la autonomía de la isla, pues sabe que ya es demasiado tarde, si no la independencia total de la misma. Pocos días después, ante el embarque de tropas efectuado en el puerto de Valencia el día 8 de marzo, Blasco denuncia de forma desgarradora las injusticias sociales de un país donde sólo los pobres son obligados a combatir. Escribe el "El rebaño gris":
Ayer fue embarcado en nuestro puerto el regimiento peninsular.
!Hermoso espectáculo!
Una masa de jóvenes vestidos con trajes de mecánica, pasando el portón que conducía a la escala del Antonio López, mirando en derredor con cierto azoramiento, andando como sonámbulos, sin osar volver la mirada atrás por miedo a que la tierra patria, que tal vez no vuelvan a ver, despertase en su memoria penosos recuerdos que hiciesen asomar las lágrimas a sus ojos. Un rebaño gris que, mansamente guiados por pastores tristes y desdentados, avanzaba sobre los embreados maderos, subiendo la escala para desaparecer en las entrañas del trasatlántico.
...] allá va con rumbo a las Antillas nuestra juventud robusta, arrancada al trabajo de los campos, a la industria de las ciudades, para caer exánime en la manigua o en el lecho caliente y apestado aún por el último moribundo, llamando en vano a la madre separada de ellos por miles de leguas.
Triste y oscuro es su porvenir, pero no pueden quejarse de la despedida.
Lo más selecto y distinguido ha ido a saludarles al alejarse de la Península.
Los que cobran los pingües sueldos de Cuba; los que por su nacimiento están seguros de que en caso de ruina el gobierno les dará algún puesto en las Antillas de esos que permiten hacer milagros; las gentes pudientes que por obra y gracia de seis mil reales tiene la generosidad de renunciar al alto honor de servir a la patria, fueron los que con más puntualidad acudieron a despedir a esos humildes obreros, enfundados en un uniforme, respetable, sí, porque es la vestidura reservada a los parias, a los pobres, a los desgraciados.
No pueden quejarse esos infelices que se alejan con rumbo a la muerte. En la orilla estaban las madres y las hermanas conteniendo los sollozos. Veíanse las mujeres de los sargentos tragando sus lágrimas para no asustar a los niños que miraban con asombro en la popa del buque al padre vuelto de espaldas para ocultar su emoción; era dolorosa la despedida; pero ya estaban allí las autoridades para animar al rebaño repartiendo pesetas y tabaco, y tampoco faltaban hablando de la patria, honor, etc., esos buenos burgueses que a la menor alteración de orden público corren a esconderse en el último pueblo de la provincia, pero que, belicosos por afición, gustan de leer por las noches, en la caliente cama y con el gorro de dormir, las noticias de las batallas, y por las mañanas digieren mejor el chocolate si saben que hemos vencido.
¡A Cuba, sí! Debemos defender nuestros intereses. Por el honor de España tenemos que guardar fusil en mano los millones de los negreros jubilados; debemos conservar la isla para que no se interrumpan las remesas de ladrones; es preciso conservar nuestras Antillas tal como hoy están, para que el mundo civilizado pueda apreciar un ejemplo palpable de cómo se gobernaban las colonias en tiempo del absolutismo.
El porvenir no debe inquietar a ese rebaño gris de infelices que se aleja. Más de una mitad estará antes de tres meses pudriendo tierra...pero ¿qué importa esto? También gozaran el envidiable honor de que Romero Robledo u otro de los ingeniosos políticos que tienen ingenios en Cuba los llore en el Congreso como héroes, como mártires de la patria, sin enterarse siquiera de sus nombres.
[...]
El 5 de septiembre de 1896 en "Que vayan todos: pobres y ricos" dirá:
Ayer era mucha la gente que en el puerto contemplaba el Transatlántico Sarastegui, anclado junto a la riva, enorme monstruo de hierro que arrojaba negruzco hálito por la boca de su chimenea, como jadeante de impaciencia por llenar presto su cóncavo vientre con la carne de pobre, la carne de esclavo que una ley absurda envía a las Antillas para que la devoren las fiebres y las penalidades de la campaña.
Ayer, aglomerado en lanchones y subiendo las empinadas escalerillas de los costados, iba entrando en el buque el rebaño gris, la cohorte de desgraciados que no tienen padres ni seis mil reales, ni cacique que les proteja, y que víctimas del desbarajuste nacional y de absurdos privilegios, marchan a la guerra para derramar su sangre por esa integridad nacional que sólo parece interesar a los pobres.
[...]
El 11 de octubre de 1895, Blasco Ibáñez arremete contra los intereses económicos de la guerra en "¿A quién aprovecha?":
[...]
Terrible es para España la guerra que sostiene en Cuba; sacrificios sobrehumanos y torrentes de sangre nos cuesta el mantener la bandera nacional en aquella isla; verdadera Barataria, a la que han ido a enriquecerse todos los Sanchos más o menos maliciosos de la restauración; pero tras tantas desdichas, también se ocultan magníficos negocios, y cabe decir imitando al latino:
¿A quién aprovecha la guerra de Cuba?
Aprovecha a los bolsistas sin conciencia, que, partidarios fanáticos de la baja, esperan con ansiedad un cataclismo nacional y hacen votos para que nuestros soldados perezcan en espantosa derrota y sean macheteados a miles para poder ellos pescar millones en el pánico que tales hecatombes producen en la Bolsa.
[...]
Vayan tranquilos los infelices reclutas a morir en Cuba. Su triste suerte podrá sumir en eterno dolor a sus familias; pero que se consuelen al conocer que su muerte sirve para algo.
Al principio de la guerra sabían que su heroico sacrificio servía para conservar una fuente inagotable de riqueza a todos los personajes arruinados, a todos los sablistas de buen porte que durante el presente siglo, gracias a los protectores políticos, han ido a Cuba a robar escudados tras la credencial.
[...]
[...]
La nación necesita hombres que vayan a defender su integridad en la manigua cubana, carne dócil y obediente, no para recibir las balas de los emboscados y el machete del insurrecto, sino para que la pudran con su hálito mortal sobre los camastros de los hospitales, esas fiebres antillanas que auxilian a Gómez y a Maceo más eficazmente que la protección de los yankées. No basta ya la juventud obrera arrancada al campo y al taller entre los dolorosos alaridos de la madre y el hondo pesar del viejo obrero, que se echa en cara con desesperación la honrada pobreza que no le permite poseer el puñado de billetes que libra a su hijo de la muerte; no es suficiente pasto para el infierno de la Antilla ese rebaño gris que, sombrío y resignado sale de los cuarteles con dirección a los puertos y desde la popa de los trasatlánticos dice ¡adiós! A España; es ya necesario acudir al apoyo del hombre que vende su cuerpo, a la recluta voluntaria, al abanderamiento de lo más peorcito del país, de la espuma infecta que sobrenada en los más misteriosos y oscuros rincones de la sociedad.
Alguien habrá que voluntariamente, poseído por el entusiasmo, se deje arrastrar por la recluta y lleve en sí el germen de un héroe, pues aquí lo único que no hemos perdido con el transcurso del tiempo es la recria de valientes; pero la mayoría de esos soldados que compra la patria van allá impulsados por el hambre o la holgazanería, y bien pudiera suceder, como indican algunos periódicos, que con la recluta, lo que se haga es enviar refuerzos a la insurrección.
[...]
Esa guerra de Cuba, por extraña contradicción, al par que es la ruina de la patria sirve de enriquecimiento a los merodeadores de la desgracia nacional. España se arruina, pero Comillas, con sus trasatlánticos, gana millones; los potentados de Cuba que residen en la Península ven garantizadas por las armas y la sangre de los pobres la posesión de los ingenios o señoríos feudales que heredaron como valioso resumen de las rapiñas de sus antecesores; y ahora, para generalizar el negocio se hacen ricos los traficantes de carne humana, los negreros con autorización, que recorren las tabernas donde albergan los vagos, o las plazas donde pasean su hambre y sus brazos desalentados los obreros sin trabajo; y a unos con el vino que enloquece y a otros con seductoras mentiras que turban, los conquistan para que pasen el mar y mueran por la nación, que paga tal sacrificio con una cantidad, de la cual sólo una exigua parte llega al bolsillo de la víctima.
Siempre han dado fatales resultados las guerras en las que ha habido necesidad de acudir a la recluta voluntaria, al auxilio mercenario, a los brazos comprados con dinero.
Para la defensa de la integridad nacional lo primero que se requiere es entusiasmo; que la juventud sin distinción de clases sociales corra a las armas como en la epopeya de la Independencia. En cualquiera de nuestras luchas políticas, en los movimientos revolucionarios o en las guerras carlistas, ha habido más abnegación y entusiasmo que en el presente.
Ahora que se trata de la conservación de Cuba, sólo van allá entre lágrimas y consternación los forzados reclutas, las víctimas de su pobreza o los que se venden por desesperación o por vicio. En las clases poderosas, en las que viven entre riquezas, no se ve el menor intento de sacrificio ni se registra el ejemplo de un solo individuo que, abandonando el regalo de su existencia, vaya a pelear en la manigua.
[...]
Si alguien está interesado en leer íntegramente estos y otros artículos, el recientemente fallecido José Luis León Roca realizó una recopilación que publicó en 1978 como "Artículos contra la guerra de Cuba".
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Imágenes tomadas de:
http://www.latinamericanstudies.org/mambises.htm
http://www.editorialbitacora.com/armagedon/cuba/cuba.htm
http://www.elmundo.es/magazine/num114/textos/bill.html
http://storm.prohosting.com/extraofi/barcos_cuba/barcos_guerra_cuba.html
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sábado, 18 de agosto de 2007
Blasco y Sorolla inventaron la Malvarrosa
La exposición presenta pequeñas piezas del pintor, de temas valencianos, cedidas por la Casa-Museo Sorolla de Madrid. Estas pequeñas piezas no son, como se pensaba, ni bocetos ni estudios preparatorios sino obras acabadas que el pintor realizaba para sí mismo. Principalmente óleos pintados al aire libre de una manera suelta y rapidísima y que tratan de recoger un instante preciso, siguiendo con los cánones impresionistas. Los soportes muchas veces improvisados, suelen ser cartones o tablas de madera que Sorolla, por su pequeño tamaño, podía llevar siempre consigo. Respecto a los temas, abundan los costumbristas y de paisajes, en los que el pintor, con pincelada menuda, aplica colores primarios sin mezclar, consiguiendo que posteriormente estos colores se unan en la retina del espectador, tal y como expone la teoría del divisionismo. Algunos críticos de arte han dado en llamar a su impresionismo tardío "luminismo" debido a la extraordinaria presencia de la luminosidad mediterránea en sus obras.
De Blasco Ibáñez en la exposición encontramos numerosos recuerdos de los viajes que realizó, manuscritos, primeras ediciones de sus obras y diversos objetos personales.
Podemos decir que Blasco y Sorolla pertenecían a la misma generación: tan sólo se llevaban cuatro años (Sorolla nació en 1863 y Blasco en 1867), fueron amigos durante toda su vida y ambos cultivaron los temas costumbristas, culminando en el naturalismo al menos en el caso del escritor. Aunque algunos críticos sostienen que Sorolla con su pintura interpreta plásticamente temas de la literatura naturalista, quizás influido por Blasco Ibáñez, el cual realizó descripciones de la huerta valenciana y de su esplendoroso mar semejantes en luminosidad y vigor a los trazos del pintor.
Conviene añadir que tanto Blasco como Sorolla representaron un valencianismo poco apreciado por el resto de intelectuales de la época. Blasco incluso llegó a ser desterrado, encarcelado y obligado a exiliarse en varias ocasiones debido a su condición antimonárquica y anticlerical y a varios artículos publicados en El Pueblo, diario que el dirigía, en contra de la Guerra de Cuba. De hecho llama la atención que hoy en día el escritor valenciano ocupe un lugar especial en los planes de estudio de la isla, no siendo así en su país donde la indiferencia oficial lo mantiene retirado de los libros de texto desde la dictadura franquista.
Después del caluroso paseo en barca fuimos a comer al restaurante Casa Manolo i Tere, en la calle Redolins, 27 (telf. 961.620.356). Allí, cómo no, probamos el delicioso all i pebre de anguilas, un platito de esgarraet y la típica paella valenciana. De postre un ligero surtido de tartas, flanes, crepes y helados.
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Cuadros de Sorolla "Niños en la playa" y "La vuelta de la pesca", de http://mimosa.cnice.mecd.es/~arey4/cuadro_s.htm
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viernes, 17 de agosto de 2007
Playa de la Malvarrosa 27/06/07
Árticulos anteriores relacionados: Flexifoil Rage 4.7
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martes, 14 de agosto de 2007
Italia. Día 6: Florencia
A pesar de que madrugamos, perdimos el intercity que a las 8:55 partía de Roma Termini con destino Florencia, Santa Maria Novella (SMN), y tuvimos que esperar hasta el de las 10:57, que aunque no tenía parada en SMN sí lo hacía en las estaciones florentinas de Campo di Marte y Rifredi, desde donde es muy sencillo conectar, en pocos minutos, con la céntrica SMN. Entre un intercity y otro salieron varios regionales pero no nos interesaban, pues hacen numerosas paradas, cubriendo el trayecto Roma-Florencia en tres horas y media, cuando un intercity lo hace en menos de dos y media. En este tiempo que estuvimos esperando también salió un eurostar, que en tan solo hora y media llegaba a Florencia; pero viajando con interrail, que es como viajábamos nosotros, no tienes acceso a los trenes de alta velocidad, así como tampoco tienes reservado el asiento en ningún tipo de tren, lo cual íbamos a notar de camino a Florencia, teniéndonos que cambiar de compartimento en varias ocasiones; pero al menos fuimos sentados todo el camino.
Al llegar a Florencia nos dirigimos al hotel en que habíamos reservado, Relais Florence, en via della Scala 48, a unos pocos metros de la estación de Firenze SMN. Allí nos dieron la llave de la habitación, que en realidad estaba en otro edificio, caminando un par de manzanas por la via della Scala en dirección al centro, en via Benedetta. Se trataba de un pequeño apartamento que incluía una práctica cocina con nevera, horno, microhondas, fregadero y fuegos dentro de un armario de la propia habitación, el cual disponía incluso de un sistema que te permitía descolgar una mesa de una de las puertas. Nosotros no llegamos a utilizarla, ni la cocina ni el aire acondicionado por el cual habíamos pagado un precio adicional.
En este hotel pasaríamos cuatro noches, con lo cual teníamos tiempo más que suficiente para visitar la ciudad. Deshicimos la maleta y salimos a comer tranquilamente en el único sitio que seguía abierto a las tres de la tarde, uno de esos restaurantes nada recomendables por estar dirigidos a una clientela de paso, principalmente turística, y no a una clientela local. Después volvimos al apartamento para echarnos la siesta.
Por la tarde aún tuvimos tiempo para pasear relajadamente. Decidimos no llevarnos ni el plano ni la guía turística, dejándonos llevar por las viejas calles florentinas cargadas de historia. Florencia, como es sabido, fue la cuna del Humanismo y del Renacimiento y testigo sin igual de las más bellas letras de la lengua italiana. Deambulando por sus calles uno no puede dejar de pensar que por esos mismos lugares pasearon Dante, Boccaccio y Petrarca, Maquiavelo y los Medici, Botticceli, Leonardo y Miguel Ángel, y también Brunelleschi y tantos otros celebres personajes que cambiaron completamente la forma de pensar y el arte de la época, dejando una huella imborrable en la cultura europea. Ubi sunt?
Un rato largo nos detuvimos en la piazza del Duomo para contemplar la espléndida catedral de Santa María del Fiore, famosa por su enorme cúpula de 40 metros de diámetro y 56 de altura y considerada la primera obra arquitectónica renacentista. En aquella época la soportación de una cúpula de tales dimensiones era un problema irresoluble que Brunelleschi supo afrontar superponiendo dos bóvedas esquifadas octogonales, una dentro de otra, lo cual permitía un reparto de esfuerzos junto con una ligereza excepcional de la plementería. Mención especial merece también la fachada, cuya decoración, del siglo XIX, a base de mármoles policromados rosas, blancos y verdes causan una gran impresión a quien la visita por primera vez.
Desde allí caminamos hasta el río Arno y, siguiendo su curso, hasta el Ponte Vecchio. Luego tomamos la via Por Santa Maria y llegamos a la Piazza della Signoria. Una bulliciosa plaza convertida en museo de escultura al aire libre. La fuente de Neptuno de Ammannati se encuentra junto al Palazzo Vecchio, en cuya entrada se levantan copias del David de Miguel Ángel y el Marzocco de Donatello. La Loggia della Signoria, al sur de la plaza, además de cobijar del sol a músicos ambulantes y turistas, expone gratuitamente algunas magníficas esculturas. A la izquierda de la entrada se puede admirar el magnífico bronce de Perseo alzando la cabeza de Medusa realizado por Benvenuto Cellini, y a la derecha el Rapto de las Sabinas de Giambologna. El mencionado Palazzo Vecchio, al este de la plaza, es la sede tradicional del gobierno florentino. Su Torre d'Arnolfo de 94 metros de altura es un símbolo de la ciudad comparable a la catedral.
Ya de noche, regresamos al apartamento. Allí, antes de acostarnos, leímos en la guía lo que habíamos visto y marcamos sobre un plano las visitas que teníamos pensado realizar al día siguiente.
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sábado, 11 de agosto de 2007
Italia. Día 5: Roma
Me desperté por la mañana con muy buen estado de salud y con las fuerzas retomadas. Las íbamos a necesitar pues era nuestro último día en Roma y prácticamente no habíamos visto nada. Este año, al viajar en julio, llevábamos todos los hoteles reservados desde Madrid, lo cual nos dejaba poca flexibilidad y al día siguiente teníamos que estar en Florencia.
Extendimos un plano de la ciudad sobre la cama de la diminuta habitación y marcamos en él lo que nos parecía más fundamental: la basílica de San Pedro y los Museos Vaticanos, para la mañana. El Coliseo, el Monte Palatino y los foros, para la tarde. También, por cercanía, marcamos la tumba del Papa Julio II, el Moisés de Miguel Ángel, en San Pedro in Vincoli.
Cogimos el metro en Termini y tras seis paradas nos bajamos en Ottaviano, muy cerca de la Ciudad del Vaticano. Al llegar a la Plaza de San Pedro, nos esperaba una larguísima cola de turistas que circundaba toda la plaza, considerada uno de los espacios públicos más grandes del mundo. Así que allí, a pleno sol, nos armamos de paciencia. Me llamó mucho la atención la cantidad de japoneses que había. Eran millares. Entre estos y los que estarían visitando el Palacio Real de Madrid, Japón debía de estar vacío. Debe de ser un buen lugar para visitar en los meses de verano... Al final, como por mimetismo, terminé haciendo lo mismo que ellos: sacar fotos a diestro y siniestro en la enorme plaza diseñada por Bernini y considerada una obra maestra del urbanismo barroco.
Tras pasar un control de metales llegamos hasta la basílica, tumba de San Pedro. La verdad es que el interior de esta enorme iglesia, en la actualidad la segunda más grande del mundo, no deja indiferente a nadie. Las espectaculares obras de arte que contiene y su enorme cúpula diseñada por Miguel Ángel sobrecogen a los visitantes. Cabe destacar la conmovedora Pietà de Miguel Ángel, sobre la que se arremolinan multitud de curiosos alrededor del cristal antibalas que la protege. Muy cerca de allí, el disco de pórfido rojo señala el lugar donde, el 25 de diciembre del año 800, el Papa León III coronó a Carlomagno como Emperador de Occidente, bajo la fórmula Romanum gubernans Imperium.
Dominando el centro de la iglesia se haya el baldaquino barroco de Bernini, coronando el altar mayor, que se sitúa a su vez sobre el lugar de la tumba de San Pedro.
También pueden visitarse las tumbas de los papas, situadas en un corredor bajo la iglesia, incluida la de Juan Pablo II. Pero quizás el mayor aliciente para los turistas sean las vistas que pueden contemplarse desde la linterna, por encima de la cúpula, a unos 120 m de altura. Diana prefirió esperarme abajo al leer las advertencias que hablaban de 521 escalones. Yo lógicamente subí y me llamó la atención el encontrar sobre la cubierta de la iglesia varias tiendas de souvenirs y un restaurante. Quizás una ingeniosa manera de sortear la famosa ley divina que prohíbe mercaderes en el templo, Mateo 21:12-13 (como veis, con San Google hoy cualquiera puede ser curita).
A las 13:00 salimos de la basílica y decidimos comer algo rápido antes de visitar los Museos Vaticanos. Encontramos un lugar en una bocacalle de Via di Porta Angelica y nos metimos allí atraídos por la bandera española que colgaba de la fachada. Pero ni tortilla de patatas, ni calamares, ni nada por el estilo; sólo ofertaban una porción de pizza, más un plato de pasta, más una coca-cola, todo por siete euros. Demasiado barato: la pizza estaba reseca, los macarrones recalentados y la coca-cola parecía agua con azúcar.
Malcomidos salimos para los Museos. ¡Trece pavos la entrada! Menudo negocio que tiene montado el Ratzinger. Pero mereció la pena, pues en ellos pudimos ver, entre centenares de esculturas clásicas castradas o con la famosa hoja de parra: el Laoconte, el Torso Velbedere que tanto admiraba Miguel Ángel, La escuela de Atenas de Rafael que causó gran impresión en mí cuando estudiaba en el bachillerato y la extraordinaria Capilla Sixtina, de la que finalmente nos llevamos una mala experiencia debido a que, cuando yo apuntaba con mi cámara fotográfica a los frescos del techo, un vigilante, vestido de paisano, se abalanzó sobre mí como una mala bestia gritando: "¡NOOOO FOTO!" Entonces Diana se puso nerviosa y comenzó a gritarle también y lo cierto es que le dijo unas cuantas verdades. ¡Menuda se lió! A poco y nos sacan de allí los carabinieri. El caso es que conseguí tomar una mala foto y por despecho la coloco aquí. ¡Ala!
Después de aquella tomamos el metro hasta Cavour y en San Pietro in Vincoli visitamos la tumba del Papa Julio II, obra que Miguel Ángel tuvo que dejar inconclusa debido al encargo de la Sixtina. De aquí igualmente nos echaron: Un viejecillo que cuidaba la iglesia y debió de sentirse molesto por la presencia de seis o siete turistas que éramos. Desde luego... Qué poco tacto con el turismo. Estos romanos se estaban cubriendo de gloria.
Entonces nos fuimos caminando hasta el mítico Coliseo, el monumento más impresionante de Roma, símbolo de la Ciudad Eterna. Hoy en día, a pesar de encontrarse bastante deteriorado, debido sobre todo a que fue utilizado como cantera de piedra y mármol durante generaciones de constructores, sigue recibiendo millones de visitas cada año. Este anfiteatro, con capacidad en su interior para 50.000 espectadores, se componía de tres partes: arena, cavea y podium. La arena estaba formada por un tablero de madera que se cubría de arena para evitar que los gladiadores resbalasen y para absorber la sangre. Unas trampillas conducían a las cámaras subterráneas desde donde se izaban a la arena los animales enjaulados y las escenografías para las batallas. La arena también se podía inundar para la realización de batallas navales (naumaquias). La cavea era donde se sentaban los espectadores y se dividía en tres niveles de gradas, ocupándose cada nivel según la condición social de los espectadores. El podium, una amplia terraza situada delante de las gradas, quedaba reservado al emperador y a los senadores.
Después de dar un bucólico paseo, subimos por la Via dei Fori Imperiali disfrutando de las vistas de las ruinas de los foros que se extienden a ambos lados. En la antigua Roma, el foro era el centro de la vida de la ciudad y alrededor de él se distribuían edificios de gobernación, edificios religiosos y mercados.
Al final de esta Via se encuentra la Columna Trajana, erigida para conmemorar las victorias de Trajano en Dacia, está decorada con una franja espiral de relieves que representan las batallas contra los dacios y que se consideran uno de los mejores ejemplos de la escultura romana antigua.
Retomamos la Via dei Fori en dirección al Coliseo, camino del metro, disfrutando de nuevo de unas emotivas y sugerentes vistas de los foros con sus sombras alargadas al atardecer. Finalmente nos ha quedado pendiente de ver: el Panteón de Agripa, el Ara Pacis Agustae, el Castillo de Sant'Angelo, la Plaza del Popolo, la Plaza Navona, la Boca de la Verdad, el Campo dè Fiori y Trastevere entre otras muchas cosas. Al llegar al anfiteatro tomamos el metro hasta el hotel y antes de meternos en la habitación degustamos nuestra última cena romana en la trattoria del hotel "Al Camoscio d'Abruzzo" (ver Día 3): una deliciosa ensalada con frutos del mar de primero, unos sabrosos bistecs a la brasa de segundo y de postre un tartufo. Pasando de pasta. La dueña del hotel y de la trattoria vino a saludarnos mientras cenábamos, alegrándose de verme con tan buena salud. Yo desde aquí quiero aprovechar para agradecerle tantas atenciones y el trato tan amable que nos dio todo el personal de este pequeño B&B familiar.
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Etiquetas: Italia en 13 días
jueves, 9 de agosto de 2007
Pompeii, de Roman Polanski
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MIÉRCOLES 12 DE SEPTIEMBRE DE 2007 (Actualización)
Roman Polanski confirmó ayer a los medios su retirada del proyecto. Al parecer el director de cine se ve obligado a renunciar al film por incompatibilidades con su agenda, debido al nuevo retraso que sufrirá la película a consecuencia de la huelga de actores, guionistas y directores, prevista para el mes de julio de 2008.
La compañía que posee los derechos del film, Summit International, se aboca a la misión de encontrar un reemplazante que se haga cargo de esta superproducción que tiene un presupuesto cercano a los 150 millones de dólares.
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miércoles, 8 de agosto de 2007
Italia. Día 4: Roma
Día sin fotos.
Después de una larga noche, en la que a penas pude pegar ojo debido al dolor de garganta, amanecí hecho un trapo, empapado de sudor y con una fiebre altísima. Diana, al verme sudando de aquella manera, se apresuró a vestirse y salió de la habitación. Muy cerca, en una cocinilla contigua, la oí conversar con la persona que preparaba los desayunos. A los cinco minutos regresó a la habitación y muy seria me pidió que me vistiera rápidamente porque iba a venir un taxi a recogernos para llevarnos al hospital más cercano.
El hospital más cercano era el Policlínico Umberto I, a tan solo un par de manzanas y 12€ de distancia. En la entrada de urgencias rápidamente nos atendió un enfermero que hablaba algo de español y nos acompañó hasta la sala de triage. Allí me pidieron mi documentación y que les explicara lo que me sucedía; lo cual hice, como pude, en el idioma más universal: el de los gestos. Les hice entender que me dolía el estómago (quizás por que llevaba tiempo sin comer), la garganta y la cabeza y que también tenía algo de fiebre. Después me mandaron a una sala de espera, indicándome que fuera paciente pues estaban bastante saturados. Eran las 10:30.
Para mi sorpresa, no habían pasado ni cinco minutos cuando una enfermera vino a llamarme y me llevó a través de un largo pasillo hasta una consulta. Allí, de nuevo y de la misma manera, le expliqué a una doctora lo que me sucedía, entonces ésta muy enfadada comenzó a levantar la voz y a decir cosas en italiano que yo no era capaz de entender. Después, repitiendo "prego, prego, prego", me indicó que la siguiera y a toda velocidad me llevó de vuelta hasta la sala de triage, donde me pidió que les explicara de nuevo cuales eran mis síntomas. Y de nuevo lo hice, intercalando ya alguna palabra en italiano. Cuando terminé, la doctora comenzó a vocear a los enfermeros que allí había y salió de la sala con la misma rapidez que había entrado. Al parecer era la doctora de traumatología. A mi me mandaron de vuelta a la sala de espera.
No pasó mucho tiempo y de nuevo otra enfermera vino a buscarme. Ésta, igual que la anterior, me pidió que la siguiera y así lo hicimos, Diana y yo. Recorrimos varios pasillos, luego salimos a la calle, cruzamos un amplio parking donde la enfermera aprovechó para saludar a varios conductores de ambulancia, después nos metimos en otro pabellón del hospital y subiendo unas escaleras llegamos hasta la consulta de un doctor que parecía disfrutar de una mañana relajada. Le pedí a Diana que entrara conmigo, las demás veces se había quedado fuera, y de nuevo le expliqué al doctor lo que me sucedía, pero esta vez en italiano: dolore addominale e di testa, mal di gola e molta febbre. Diana me miró sorprendida y sin poder aguantar comenzó a reírse.
El médico me dio a entender que estas dolencias no correspondían a su especialidad y que a mi quien tenía que verme era un médico infectólogo (o algo así). Tomó el teléfono y llamó a uno, pero éste debió decirle que nanai y que hiciera el favor de no pasarle más marrones, porque a continuación la enfermera nos pidió que la siguiéramos y regresando por el largo camino que habíamos venido, volvimos a parar a la dichosa sala de espera de urgencias, donde permaneceríamos por muchas horas.
A las 16:00, cansados de esperar y esperar, Diana insistió a un enfermero para que al menos me tomaran la fiebre, pues llevábamos más de cinco horas en el hospital y ni eso habían hecho. El enfermero regresó con un extraño aparato, me lo puso en el oído, pitó y marcó 38.7, a continuación fue a notificárselo a los del triage, para que me dieran prioridad.
A las 18:30, hartos de ver ingresar y salir a gente aparentemente en mejores condiciones que yo, fuimos a la sala de triage a pedir explicaciones y lo único que conseguimos es que allí mismo volvieran a tomarme la temperatura: 39.2. El enfermero responsable del triage, Riccardo Carabella, parecía tomarse ahora en serio mi salud y nos dijo que volviésemos a la sala de espera, que me iba a poner como muy urgente y me llamarían de inmediato.
Las 19:00, las 19:30, las 20:00, las 20:30, las 21:00... ¡A las nueve de la noche por fin pronunciaron mi nombre! ¡Valiente hijo de su madre el Carabella ese! Once horas en una sala de espera con cuarenta de fiebre, sin medicación, sin poder comer... ¡Una auténtica tortura! Y todavía recuerdo aquellas dos niñas monísimas, de unos veinte años, que llegaron hacia las ocho de la tarde y tras llamar por teléfono a un joven enfermero, éste se pasó por la sala a saludarlas y entre besitos y risas le contaron que una de ellas tenía fiebre: a los quince minutos ya la estaban llamando. En fin...
Hacia las nueve de la noche, como dije, me llamaron. Me llevaron a una amplia sala repleta de enfermos encamados, donde tras una pequeña mesa, escondida en un rincón de la sala, me atendió una joven doctora. Luego me hicieron unas radiografías, me sacaron sangre para analizar y tras practicarme, no sin dificultad, una vía, me sentaron en un cómodo sillón, conectado a una botella que debía de contener el elixir de la vida, porque mi recuperación fue casi inmediata.
Hacia las 22:00 ya me había chupao toda la botella y la doctora Laura de Vito, que así se llamaba esta santa, sentada a mi lado me explicaba con mucha amabilidad, en italiano, pero muy despacio y repitiéndolo todo varias veces, los medicamentos que debía tomar: Levoxacin 500, una compressa al giorno per 7 giorni; Aulin, una bustina dopo pranzo e cena per 3 giorni.
A las 22:30 me dieron el alta y me entregaron el parte médico, el cual guardo como recuerdo. Es curioso comprobar como el sr. Carabella después de tomarme la temperatura anotó en él 38.2 en lugar de los 39.2 que marcaba el termómetro. Tal vez mintiendo trataba de justificar las largas horas que me hizo pasar en el hospital y su mala gestión del triage. Lo importante es que salí del hospital como una rosa y con más hambre que el perro de un ciego, así que me metí unos hipercalóricos caneloni entre pecho y espalda, en la trattoria más aparente que encontramos de camino al hotel.
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martes, 7 de agosto de 2007
Meme: Lo que se ve desde mi ventana
A la izquierda la explanada donde montan el cine de verano. A pocos metros de allí, la playa de la Malvarrosa y el mítico Mediterráneo. Al fondo a la derecha pueden verse las luces del puerto.
Lástima que mi estancia aquí sea temporal. Seguro que echaré de menos estas vistas cuando regrese a mi piso de Carabanchel a finales de noviembre.
Ahora paso el testigo de este meme a quien quiera tomarlo.
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Etiquetas: Una temporada en Valencia
lunes, 6 de agosto de 2007
Italia. Día 3: Roma
10 de julio de 2007, martes.
Roma nos causó una primera impresión bien distinta a la de Nápoles. Se trata de una ciudad moderna y elegante, de aspecto mucho más europeo que su vecina del sur y que, al doblar cada esquina, sorprende a quien la visita con una joya arquitectónica.
Entre las obras pictóricas, destacar la Deposizione di Cristo de Rafael y la obra maestra de Tiziano, Amor sacro y amor profano.
Debido a que no está permitido sacar fotos en este museo, las imágenes que publico de El rapto de Proserpina van por cortesía de www.elolimpo.com
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miércoles, 1 de agosto de 2007
Italia. Día 2: Pompeya
Luego corrimos hasta la estación esquivando como podíamos a los automóviles y motocicletas que de forma alocada circulaban en todas direcciones. Allí tomamos un viejo tren pintarrajeado que en poco más de treinta minutos nos dejó en Pompei Scavi-Villa dei Misteri, junto a la Porta Marina, por donde se accede a la ciudad que fue víctima de la erupción volcánica más famosa del mundo, acontecida el 79 a.C.
Uno de los relatos más conmovedores de esta erupción es el de la carta que escribe Plinio el Joven al historiador Tácito, contándole como murió su tío, Plinio el Viejo:
Paseamos sin prisa por sus calles, en sandalias, como lo hicieran sus habitantes hace dos mil años. Visitamos la Basílica, los templos de Apolo y de Júpiter, el Foro y los edificios de la administración pública, diversas termas (compuestas fundamentalmente de las siguientes partes: apodytherium, frigidarium, tepidarium, sudatorium, caldarium e hypocausto) y algunas casas con sus maravillosos frescos y esculturas como la Casa de los Misterios y la Casa del Fauno, donde es fácil distinguir las diferentes partes que componen la casa señorial romana: el vestibulum en la entrada, a continuación el atrium con varias habitaciones que lo rodean, en su parte superior hay una abertura que permitía el paso de la luz y del agua de lluvia, es el impluvium y justo debajo de éste el compluvium recogía y almacenaba el agua para su uso en la casa; junto al atrium y hacia el interior del edificio, para preservar la intimidad, solía estar el peristylum, un patio rodeado por columnas, ajardinado y decorado con esculturas, alrededor de éste se ordenaban los dormitorios (cubicula), la sala de estar (oikos o eco), la cocina (culina), el comedor (triclinium) y el cuarto de baño (balneum).
También visitamos algunas tiendas, panaderías, restaurantes (thermopolia), dos teatros, un anfiteatro, varios gimnasios donde entrenaban los gladiadores, varias necrópolis e incluso un curioso lupanar con duras camas de obra e inscripciones en las paredes realizadas por los clientes alabando las cualidades de tal señorita o advirtiendo de las enfermedades que contagia Fulanita.
En nuestro largo paseo habíamos consumido toda la mañana y toda la tarde, parando únicamente a comer un bocadillo y algo de fruta en un restaurante moderno, estratégicamente colocado en la vieja ciudad. Según la guía Lonely Planet se necesitan al menos tres horas para visitar Pompeya. Pero nosotros debido al entusiasmo de poder pasear por una ciudad de hace más de dos mil años y tan extraordinariamente bien conservada, habíamos empleado más de ocho. No nos quedaba ni tiempo ni fuerzas para ascender al cráter del Vesubio pero nos daba igual. Lo que habíamos visto y aprendido en Pompeya nos parecía mucho más interesante.
Con los pies cansados y sucios regresamos a la estación y tomamos el tren de vuelta a Nápoles. Diana fue derecha para el hotel y yo salí a dar mi último paseo por la decadente ciudad y a buscar algo de fruta para que cenara mi preñadita antes de acostarse.
Enlaces de interés:
http://locuraviajes.com/blog/pompeya-legado-historico/
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Etiquetas: Italia en 13 días